sábado, 24 de abril de 2010

¡Por primera vez!




Como adelanté en la entrada precedente, el Campeonato de España de la temporada 72-73, II Copa femenina del Generalísimo, se celebró en la provincia de Alicante y, más concretamente, en la ciudad de Alcoy, entre los días 11 y 13 de Mayo. Y para allá, fuimos.Un vuelo nos puso en Madrid y, desde la capital, otro nos llevó a Alicante, donde comimos la peor paella que he probado en mi vida. ¡Quién lo iba a suponer, en la región de los mejores arroces!. Después de tan mala experiencia gastronómica, una guagua de aquellos tiempos, poco preparada para largos recorridos, nos trasladó hasta Alcoy por una carretera que se nos hizo interminable, sobre todo, por las numerosas curvas que iban apareciendo a medida que ascendía y se acercaba a esta bonita ciudad interior del País Valenciano.Cuando, por fin, llegamos, nos esperaba un estupendo hotel que hizo que olvidáramos, de inmediato, la larga paliza vivida. Resultó muy acogedor y confortable, con agradables habitaciones y excelentes zonas comunes. Además, estaba enclavado en pleno centro de la ciudad, en uno de los extremos del Puente de María Cristina, y pudimos darnos buenos paseos para conocer los alrededores. La organización del Campeonato puso a nuestra disposición a una joven muy simpática y amable, que, a modo de las azafatas de eventos actuales, nos acompañó e informó de todo lo que tenía que ver con el éste.
El sistema de competición fue el de rondas eliminatorias y ocho los equipos participantes. Junto al nuestro, acudieron el C.R.E.F.F. de Madrid, el C.R.E.F.F. de Gerona, el Ignis Mataró, el Filomatic Picadero de Barcelona, el Celta de Vigo, el Tabacalera de La Coruña y el Águilas Schweppes de Bilbao. Nos estrenamos con un hueso durísimo de roer y que ya conocíamos de encuentros pasados: el C.R.E.F.F. madrileño, que nos ganó de 17 puntos, 59-42. La prensa especializada destacó la igualdad que hubo en todos los partidos de la primera vuelta y que, sólo cuando finalizaban, pudieron despegarse los vencedores. En la segunda jornada, nos tocó otro de los grandes, el Celta de Vigo, que con una combinación defensiva de 1 y caja, (una jugadora en defensa individual y las otras cuatro, en zona), se aseguró el anular a Charo, que fue la que más puntos convirtió en el del día anterior, y, así, vencernos por 60-38. Llegó el último y ¡por primera vez, con la camiseta del OM, ganamos!. Fue con el Águilas de Bilbao, en una cancha descubierta que había por fuera del Pabellón donde jugamos los demás encuentros y a las 8’30 de la mañana. El resultado fue de 46 a 31 y esos 15 puntos de diferencia nos supieron a gloria divina. Por lo menos, no nos quedamos con el farolillo rojo y ocupamos el séptimo puesto.
La final se disputó entre los dos conjuntos catalanes y se alzó con ella el Filomatic Picadero, que la ganó al Ignis Mataró por 46-39. Nuestro equipo fue distinguido, una vez más, con el Trofeo a la Corrección y la Deportividad. He leído en más de una de las viejas reseñas de que dispongo, que en las distintas fases finales en las que se nos concedió este premio, sorprendía que, al acabar cada partido que jugábamos, nos uniéramos para formar una piña y corear el nombre del equipo rival. Hoy, con mucha probabilidad y tristemente, este gesto resultaría insólito e, incluso, algunas hinchadas lo reprobarían. La competición deportiva, a determinados niveles, se ha convertido en un negocio y a muchos jugadores, por desgracia, se les inculca excesiva agresividad y aquello de “al enemigo, ni agua…”.
Para terminar esta crónica del pasado, dejar constancia de que la máxima encestadora de este campeonato fue, de nuevo, nuestra compañera Charo, que vivió una curiosa anécdota, a raíz de esta circunstancia. El trofeo con el que se la distinguió fue un modesto reloj de pulsera y los organizadores se deshacían en disculpas por ello. Decían no haber previsto que la ganadora pudiera ser una canaria y que ese premio, para nosotras, no sería de mucho valor. Para quienes se pregunten el por qué de este disgusto de la Federación alicantina, les diré que Canarias, por aquellos años, era puerto franco por su privilegiada situación intercontinental, mientras que el territorio peninsular no gozaba de esta condición. Esto significaba que las mercancías importadas, en general, y los artículos de lujo, en particular, (y un reloj, en la Península, lo era), estaban libres de impuestos, por lo que los habitantes de estas islas teníamos la posibilidad de comprar productos de calidad por precios muy asequibles.
Las imágenes de hoy muestran a todo el grupo, antes del partido con el Águilas; la presentación del encuentro con el C.R.E.F.F. madrileño; un momento de juego, en el encuentro con el conjunto vasco, y a nuestra capitana con el trofeo conseguido. También, la tarjeta de identificación del campeonato y que, muchas, aún guardamos como recuerdo.

2 comentarios:

  1. Querida septena. Tengo que felicitarte por tu blog, estoy enganchada a él y entro a cada momento para ver si has escrito algo nuevo. Me has hecho retroceder en el tiempo y recordar muchas cosas que tenía olvidadas, referente a fechas, partidos, puntuaciones, alguna situación, etc. Pero te aseguro que este blog a movido en mi recuerdos y vivencias de una de las mejores épocas de mi vida, no sólo en lo deportivo, sino en lo personal. Cuando entre en él la primera vez sentí dentro de mí un cúmulo de sentimientos que no sé explicar, da la casualidad que a los pocos días fui invitada a un concierto de los Fregolinos y oyéndolos cantar sentí muy cerca de mi a nuestro querido "Jeromo" (Jerónimo Foronda). Desde aquí quiero enviar todo mi cariño a la gente con la que compartí esa época, pero me tienes que permitir un recuerdo especial para los dos entrenadores que formaron parte de mi época de jugadora, Jeromo y Pinto. Gracias por este hermoso regalo. Un abrazo y hasta luego. La Capi.

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  2. Queridísima amiga y compañera del alma, muchísimas gracias por tu sentido y emotivo comentario. ¡Qué alegría ver que eras tú la que lo hacía!.
    Cuando decidí poner en marcha este blog, lo hice, en especial, por recuperar en mi memoria aquel tiempo único para mí, sobre todo, en el plano personal. Todos ustedes me han ayudado, mucho más de lo que suponen, a salir adelante, a ser la que hoy soy y a agradeceróslo profundamente. Siempre he dicho que pertenezco a una generación de deportistas únicos e irrepetibles en el aspecto humano, por encima de todos los demás, y que mis equipos fueron una auténtica escuela para la vida.
    Me uno a ti en ese recuerdo a nuestros amigos y entrenadores, a los que siempre consideré, además, los hermanos mayores que nunca tuve y a los que, con frecuencia, echo mucho de menos.
    Muchas vivencias comunes tenemos tú y yo, desde el colegio, y eso, Capi, no se olvida jamás.
    Con todo el cariño que sabes que siempre te he tenido, un beso muy grande y gracias, una vez más.

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