sábado, 27 de febrero de 2010

Final feliz

Como ya anticipé en la entrada anterior, el plante de última hora del, hasta entonces, entrenador, Juan José Rodríguez Pinto, lo resolvimos armándonos de valor, encomendándonos a todos los dioses y formando una pequeña comisión de jugadoras para que hablara con Jerónimo. Le expusieron la situación, le pidieron disculpas y comprensión por lo ocurrido cuando la D.I.S.A. puso aquellas condiciones y, con gran alegría por nuestra parte, accedió a lo que le pedíamos.
Resuelto felizmente el tema de la dirección técnica, nos dispusimos a emprender viaje hacia Cáceres. Como solíamos hacer, llegamos allí tres días antes de la competición por aquello del largo camino que teníamos que iniciar desde Canarias. En aquel entonces, prácticamente, se dedicaba una jornada al traslado. Una vez en el aeropuerto de Barajas, teníamos que desplazarnos a la antigua estación del Norte, en Madrid, para coger el tren que nos llevaba hasta Cáceres y, al igual que cuando estuvimos en Salamanca, ese trayecto también duró mucho tiempo por lo lento de la marcha y las numerosas paradas. Nos alojamos en el Extremadura Hotel, instalación muy confortable y rodeada de amplios y coquetos jardines.
La celebración de aquel torneo fue un acontecimiento deportivo de primer orden, para aquella ciudad. En todos los medios de comunicación y a diario, se hablaba de lo que se relacionara con la competición. Recibieron a todos los conjuntos que participábamos, en un magnífico acto de bienvenida celebrado en el Pabellón Polideportivo Municipal y con la asistencia de autoridades deportivas nacionales y locales. Los equipos participantes, además del nuestro, fueron el Ignis Mataró, como representante catalán, el Medina de Baleares y el C.R.E.F.F. de Madrid, vigente Campeón de la máxima categoría femenina que, también en esta ocasión, volvería a revalidarlo.
Como también solía ocurrir en nuestras intervenciones nacionales, volvimos a ser las últimas al no ganar ningún encuentro, aunque en esta ocasión perdimos por menos diferencias, 15 puntos frente al Mataró y sólo 3, con el conjunto balear. Fue por el sistema de eliminatorias y, por ello, sólo disputamos dos partidos. La falta de una liga canaria fuerte y más igualada, se dejaba sentir en esa competición al más alto nivel. Era el momento de la verdad y pagábamos duramente aquel precio. En el plano individual, hubo dos hechos que nos compensaron bastante. Ángeles García volvió a ser la máxima encestadora de la Fase, sumando 38 puntos con los dos partidos y Charo Borges fue elegida para formar parte de la Selección Nacional Absoluta que habría de afrontar futuros compromisos. En próxima entrada, contaré cómo le fue a esta compañera en su “inesperada experiencia”, como ella misma decía.
Para ilustrar este post, sirvan estas imágenes: una que recoge un momento del acto de recepción que nos brindó la empresa concesionaria de OM, antes de iniciarse la temporada, y en la que nos acompaña D. Alfonso Santaella (q.e.p.d.) y otro directivo de la citada empresa; otra, del conjunto al completo, realizada en Cáceres, con Jeromo supliendo la baja de Pinto. La tercera fotografía fue sacada aquí, en nuestra capital, y en ella, Martita, hija de Marta, entrega un ramo de flores a Mary Santpere, actriz cómica catalana, ya fallecida, que venía con el Circo Price. Nos invitaron al espectáculo y acudimos equipadas con nuestra vestimenta deportiva, porque la intención era, además, promocionar nuestro equipo de baloncesto y hacer publicidad de la firma patrocinadora. Nos acompañaron parte de nuestras familias y el presidente del club, D. Epifanio García.
Tanto la primera como la última imagen, representan situaciones que fueron muy especiales para nosotras, porque dan fe de un status muy diferente al que habíamos vivido hasta entonces. Era la primera vez que nos sentíamos un equipo importante, al que se le recibía con todos los honores allá donde fuéramos y al que se invitaba a participar en inauguraciones, torneos amistosos o actuaciones de diversa índole.
Esa es, por lo menos, la sensación que yo conservo de aquella larga relación sin contratos, entre un grupo muy consolidado en la práctica del baloncesto y una empresa comercial que se estrenaba en aquella función de mecenas deportivo.

jueves, 18 de febrero de 2010

Desagradable sorpresa

Finaliza el verano de 1970 y el entrenador nos convocó para comenzar la pretemporada de la 70-71. Como casi siempre, se incorporan nuevas caras y, por lo tanto, nuevas amigas. En esta ocasión, fueron Andrea Rivero, Marta Marrero, Mary Carmen Brito y Vicky Rancel, que ya formó parte del conjunto en el desplazamiento a la Fase Nacional de Salamanca, sustituyendo a Ángeles Llaneza que no pudo ir por motivos de salud. Sólo dejó el equipo, Mary Carmen Núñez y, por primera vez, contamos con doce jugadoras para afrontar la nueva temporada.
De igual modo, el número de equipos para disputar la Liga provincial se incrementó. En el espacio de cuatro años se duplicó y ocho fueron los participantes federados. Provenían de colegios, sociedades recreativo-deportivas, empresas y Sección Femenina y se repartían por distintos puntos de la isla de Tenerife. El Náutico, Pureza Kaiser, Medina de Santa Cruz y el nuestro, pertenecían a la capital; el Hércules y otro Medina, a Icod de los Vinos; en Los Realejos estaba el San Agustín y, por último, el Canarias, en La Laguna. Quizá, el hecho de que nuestro equipo se mantuviera con buenos resultados y de que los medios de comunicación se hicieran eco de nuestros éxitos, incentivó la afición en otras jóvenes que demandaban organizarse en conjuntos bien preparados, con buenos entrenadores al frente y en instalaciones, en la mayoría de los casos, muy dignas y adecuadas para la práctica de este deporte. La conjunción de todos estos factores favorables llevó a que, en la temporada siguiente, la Federación Española designara a esta ciudad como sede para la celebración de la I Copa femenina del Generalísimo. Pero, este gran evento será tema para una próxima entrada.
Casi como una costumbre ya, volvimos a quedar campeonas imbatidas en la provincia y en la región con un total de 1032 puntos a favor y 447 en contra, en dieciséis encuentros disputados y Ángeles García y Charo Borges volvieron a ser las dos primeras de las cinco máximas encestadoras de la Liga, con 395 y 350 puntos, respectivamente. Esos números nos llevaron a ser, de nuevo, representantes del Archipiélago, en la Fase Final Nacional.
Esta vez, fue Cáceres la ciudad que la acogió. Cuando llegó el momento de los preparativos para irnos, el entrenador, Pinto, nos dijo que no nos acompañaba. En su trabajo no le daban permiso para marcharse y sólo si pedía aquellos días sin sueldo, se lo concederían. Habló con la empresa que nos avalaba, la OM, para que se hicieran cargo de la pérdida económica que a él le suponía y declinaron ayudarle, porque el acuerdo inicial de su patrocinio no incluía el pagar nada a ningún componente del equipo.
Para nosotras supuso un gran mazazo a nuestras ilusiones y, antes que renunciar a la participación en la última Fase, que con tanto esfuerzo habíamos logrado, nos pusimos manos a la obra para buscar un entrenador que supliera a Pinto. La cosa no fue fácil porque tenía que ser alguien que conociera bien nuestro juego, no tuviera trabas laborales y estuviera dispuesto a viajar con nosotras, para dirigirnos en esos últimos encuentros. Todas coincidimos en que, de varias posibilidades, la más idónea era la de Jerónimo Foronda, pero no nos atrevíamos a pedírselo. No en balde, él se había retirado de nuestro equipo, cuando la condición para seguir jugando y hacerlo bajo el nombre de D.I.S.A., fue que el entrenador tenía que ser Pinto y nosotras lo aceptamos, sin más objeción.
Como esta temporada fue bastante convulsa, sobre todo, por este disgusto de última hora y se hace muy largo contar todas las incidencias habidas, completaré el relato en la entrada siguiente. Como imagen, valga una realizada en los comienzos de la Liga provincial y en la que aparece la plantilla al completo.

martes, 9 de febrero de 2010

Fuera de la competición

Si este grupo de personas dedicadas a la práctica del baloncesto, se mantuvo durante mucho tiempo, fue porque antes que un equipo deportivo, era un gran grupo de amigos.
Aprovechábamos cualquier período de descanso (Carnavales, Semana Santa, verano, puentes…) para irnos unos días a Las Américas o a Ten-Bel. Alquilábamos dos o tres apartamentos grandes y allí nos instalábamos con maridos, hijos, novios y pretendientes. Pasábamos unas jornadas inolvidables de piscinas, playa, juegos de mesa, comidas compartidas, y distendidas y divertidas charlas sobre lo humano y lo divino. De baloncesto, creo recordar que mucho no solíamos hablar. Para eso estaban los entrenamientos… También los cumpleaños y los santos fueron pretexto para reunirnos en casa del que lo celebraba o para irnos a comer a algún restaurante.
Cuando viajábamos, los pocos ratos libres que teníamos los aprovechamos para conocer los alrededores del hotel en que nos alojábamos. Cámara en mano, las que éramos aficionadas a coleccionar imágenes de los sitios a los que fuimos, nos hicimos con un buen bagaje que, hoy, refuerza nuestra memoria visual y a mí, además, me sirve para ilustrar mis relatos.
Cuando la Fase Nacional acababa, a algunas nos gustaba quedarnos, por cuenta nuestra, uno o dos días más para visitar algún museo, unas cuantas tiendas, alguna discoteca o, simplemente, callejear para conocer mejor la ciudad. Durante toda la temporada, las que estudiábamos, procuramos ahorrar un dinerillo de lo que ganábamos dando clases particulares de cualquier asignatura o de nuestro deporte. Hubo colegios que nos contrataban para enseñar los fundamentos técnicos a su alumnado. Alguna compañera, incluso, trabajó en el estudio de un ingeniero industrial de esta capital, ayudando al delineante jefe a dibujar los planos para el primer gran proyecto de iluminación de las calles y barrios de Santa Cruz. Esa independencia económica nos permitía aquel pequeño gusto. No todo iba a ser estudiar, trabajar, entrenar y competir.
En las estancias en Madrid, nos dimos un paseo por el diminuto zoológico que, entonces, había en el Parque del Retiro. Fuimos a la Ciudad Universitaria a ver a hermanos y a compañeros de carrera, que terminaban sus estudios por allá. Entrar en el Metro y subirnos en él, fue otra de las experiencias novedosas para las que viajábamos por primera vez. Visitar algunas salas del Museo del Prado y comprar, primero, en Galerías Preciados y, más tarde, en El Corte Inglés, también eran citas obligadas. De ellos, nos llevábamos algún caprichillo para nosotras y algunos recuerdos para la familia. Otro rito incuestionable era ir a cafeterías como Zahara, para comer exquisitas fresas con nata; a Manila, a disfrutar con finos churros de argolla y chocolate a la española o a Rodilla, para saborear la variedad de sándwiches que ofrecían.
Para cerrar estos días tan intensamente aprovechados, el broche de oro lo poníamos en la discoteca “J & J”, muy de moda en aquella época y situada en la Gran Vía, a la altura de Plaza de Callao. Desapareció hace unos cuantos años y sus propietarios eran Juan y Junior, componentes del mítico grupo “Los Brincos”, primero, y, después, un dúo de música pop muy famoso e ídolo de la juventud del momento. Cuando se separaron, Juan es el Juan Pardo que, aún hoy, sigue componiendo y produciendo a otros cantantes y Junior es Antonio Morales, el viudo de Rocío Dúrcal, muy de actualidad en estas fechas por los líos de familia que, generalmente, se organizan por culpa de un testamento más o menos suculento.
Felizmente agotadas por todo este trote, regresábamos a nuestra tierra con los ojos, el corazón, el alma y la maleta repletos, hasta los topes, de vivencias que, como están comprobando, nunca se olvidan. Las fotos que dan fe de algunos de los momentos vividos, son en blanco y negro, pero, en nuestra memoria, permanecen llenos de luz, color y alegría. Todo un remate de lujo para unas temporadas de mucha entrega, dedicación y trabajo duro.
Después, serían Salamanca, Cáceres, Segovia, Alcoy, Valencia, Barcelona, La Coruña, Vigo, San Sebastián… las ciudades que tuve el privilegio de conocer gracias al deporte de mis amores. Pero, esas, serán próximas historias para contar…