Antes de continuar con la cronología de la competición, es de justicia dedicar un post a quienes formaron parte indispensable e imprescindible de ella: los árbitros. El Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española define a un árbitro como “persona que en algunas competiciones deportivas cuida de la aplicación del Reglamento” y también como “persona cuyo criterio se considera autoridad”. Para nosotros, los deportistas, supongo que esta figura básica para el buen transcurso del juego, viene a ser una conjunción de estas dos acepciones. Es decir: “Persona que en algunas competiciones deportivas cuida de la aplicación del Reglamento y cuyo criterio se considera autoridad”.
Leyendo estas definiciones, recuerdo con mucho gusto que, en mi etapa de intensa práctica, el respeto a los árbitros, por parte de todos y cada uno de nosotros, siempre fue absoluto. No guardo en mi memoria haber presenciado ni protagonizado ningún mal gesto y, mucho menos, haber oído palabras o frases ofensivas hacia ellos. Incluso, estando en desacuerdo en más de una ocasión, con determinadas faltas o decisiones, siempre fuimos muy disciplinados y respetuosos con aquello que se nos señalaba. Pocas veces, achacamos la dificultad de sacar un partido complicado adelante, a una mala actuación arbitral y pocas veces, también, los señores de gris no demostraron su sabiduría y dominio de las reglas del juego. Siempre he considerado que un árbitro, por encima de todo, tiene que ser alguien muy neutral y equilibrado y así lo percibí en el 95% de los que intervinieron en los muchísimos encuentros que disputamos.
A lo largo de tantos años de competición en estas tierras, muchos fueron los que arbitraron nuestros partidos y me acuerdo, con frecuencia, del buen hacer y la categoría de los más veteranos, encabezados por D. Miguel Díez-Alegre. Junto a él, Víctor y Fernando Rojas, Alejandro Puerta, José Ramón Molina, Miguel Gómez, Evelio García, Clemente Carmona, Quintana, Antonio Guadalupe, Domingo Sola, Emilio Villaverde… Discípulas aventajados de la calidad de los maestros fueron los más jóvenes como, por ejemplo, José Manuel Abreu, Manuel Hernández Bermudo, Ángel Recuenco, Armas, Valentín Santana, Pedro Sáinz, Jesús Arencibia o Pedro Hernández Cabrera. Muchos de ellos, además, fueron árbitros internacionales con un prestigio muy celebrado allá donde pitaran: competiciones europeas, mundiales u Olimpiadas. Pido disculpas, también, por no poder recordar los nombres de todos los que, a lo largo de casi veinte años de dedicación deportiva, arbitraron los muchísimos partidos en los que intervine. Vaya, pues, desde aquí, mi homenaje, admiración y respeto hacia todos, porque estoy convencida, desde siempre, que la labor más ingrata, menos reconocida y más difícil de ejecutar, en el ámbito deportivo, es la que le toca a los árbitros.
Para terminar, una anécdota simpática que se dio entre nuestra capitana, Mary Pily Hernández, y uno de los más avezados, el Sr. Molina. Jugábamos un partido de la Liga provincial y una jugadora rival efectuó un tiro de los que actualmente están valorados con tres puntos, en una zona cercana a Mary Pily. Ésta, que no esperaba que lo hiciera desde tan larga distancia, dio un paso adelante a la desesperada y se acompañó de una ligera exclamación de sorpresa e impotencia, apenas audible por los demás. Pero, el árbitro, que se encontraba muy cerca de las dos, le pitó una técnica a nuestra capitana alegando que hubo intento de intimidación por parte de mi compañera. Mary Pily, que es un alma de Dios y muy correcta, no daba crédito a lo que le señalaba el Sr. Molina y no pudo convencerle de que, en absoluto, esa fuera su intención.
Las fotografías, como es lógico, muestran a muchos de aquellos importantes protagonistas de las competiciones. Las figuras de muchos de ellos se han escaneado y recortado de imágenes que recogen momentos de juego, por lo que aparecen en plena faena y con las posturas propias de su trabajo.
Leyendo estas definiciones, recuerdo con mucho gusto que, en mi etapa de intensa práctica, el respeto a los árbitros, por parte de todos y cada uno de nosotros, siempre fue absoluto. No guardo en mi memoria haber presenciado ni protagonizado ningún mal gesto y, mucho menos, haber oído palabras o frases ofensivas hacia ellos. Incluso, estando en desacuerdo en más de una ocasión, con determinadas faltas o decisiones, siempre fuimos muy disciplinados y respetuosos con aquello que se nos señalaba. Pocas veces, achacamos la dificultad de sacar un partido complicado adelante, a una mala actuación arbitral y pocas veces, también, los señores de gris no demostraron su sabiduría y dominio de las reglas del juego. Siempre he considerado que un árbitro, por encima de todo, tiene que ser alguien muy neutral y equilibrado y así lo percibí en el 95% de los que intervinieron en los muchísimos encuentros que disputamos.
A lo largo de tantos años de competición en estas tierras, muchos fueron los que arbitraron nuestros partidos y me acuerdo, con frecuencia, del buen hacer y la categoría de los más veteranos, encabezados por D. Miguel Díez-Alegre. Junto a él, Víctor y Fernando Rojas, Alejandro Puerta, José Ramón Molina, Miguel Gómez, Evelio García, Clemente Carmona, Quintana, Antonio Guadalupe, Domingo Sola, Emilio Villaverde… Discípulas aventajados de la calidad de los maestros fueron los más jóvenes como, por ejemplo, José Manuel Abreu, Manuel Hernández Bermudo, Ángel Recuenco, Armas, Valentín Santana, Pedro Sáinz, Jesús Arencibia o Pedro Hernández Cabrera. Muchos de ellos, además, fueron árbitros internacionales con un prestigio muy celebrado allá donde pitaran: competiciones europeas, mundiales u Olimpiadas. Pido disculpas, también, por no poder recordar los nombres de todos los que, a lo largo de casi veinte años de dedicación deportiva, arbitraron los muchísimos partidos en los que intervine. Vaya, pues, desde aquí, mi homenaje, admiración y respeto hacia todos, porque estoy convencida, desde siempre, que la labor más ingrata, menos reconocida y más difícil de ejecutar, en el ámbito deportivo, es la que le toca a los árbitros.
Para terminar, una anécdota simpática que se dio entre nuestra capitana, Mary Pily Hernández, y uno de los más avezados, el Sr. Molina. Jugábamos un partido de la Liga provincial y una jugadora rival efectuó un tiro de los que actualmente están valorados con tres puntos, en una zona cercana a Mary Pily. Ésta, que no esperaba que lo hiciera desde tan larga distancia, dio un paso adelante a la desesperada y se acompañó de una ligera exclamación de sorpresa e impotencia, apenas audible por los demás. Pero, el árbitro, que se encontraba muy cerca de las dos, le pitó una técnica a nuestra capitana alegando que hubo intento de intimidación por parte de mi compañera. Mary Pily, que es un alma de Dios y muy correcta, no daba crédito a lo que le señalaba el Sr. Molina y no pudo convencerle de que, en absoluto, esa fuera su intención.
Las fotografías, como es lógico, muestran a muchos de aquellos importantes protagonistas de las competiciones. Las figuras de muchos de ellos se han escaneado y recortado de imágenes que recogen momentos de juego, por lo que aparecen en plena faena y con las posturas propias de su trabajo.
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