viernes, 27 de agosto de 2010

Mis nuevas compañeras

Quiero comenzar esta nueva entrada insistiendo en lo que ya comenté en la de mi fichaje por el Tenerife Krystal: el carácter absolutamente amateur de todas y cada una de las jugadoras que formamos parte de aquel conjunto que, por primera vez en Canarias, participó en una liga de la División de Honor femenina. Y, aunque a las generaciones de hoy les cueste creerlo, así fue, a pesar de intervenir en la competición de más alto nivel en este país. También quiero dejar constancia de que, a diferencia de lo que viví en mis primeros años en la 2ª División, nunca tuvimos que comprar nada, por nuestra cuenta, de lo que formaba parte del atuendo deportivo. La firma comercial que nos respaldaba, siempre se hizo cargo de todo lo que se necesitara.
Y, ahora, a lo que iba: mi incorporación al flamante y recién ascendido Krystal. Desde el primer día, me sentí muy a gusto y muy bien acogida por todas las jóvenes y nuevas compañeras que, desde la temporada 73-74 y hasta la última, la 75-76, habían sido, además, respetadas y respetuosas rivales. Fue muy fácil integrarme y, en ningún momento, sentí que aquella circunstancia de rivalidad deportiva interfiriera en la magnífica relación que, desde entonces y hasta hoy mismo, he mantenido con todas y cada una de ellas. Cada vez que volvemos a encontrarnos, ya sea en la calle, ya en algún acto deportivo o, simplemente, de compras, me alegro muchísimo de volver a verlas y de saber cómo les va en sus vidas. En todas las ocasiones, siempre he sentido que este sentimiento es recíproco.
A la mayor de ellas, yo le llevo seis años de edad y es costumbre, en el ámbito deportivo, distinguir con el apelativo cariñoso de “abuelo” o “abuela” al jugador más viejo o menos joven, para ser justos, de todos los que integran la plantilla. En mi caso, nunca se me dijo y lo que yo me consideré siempre, además de compañera, fue una especie de hermana mayor. De hecho, en situaciones puntuales, creo haber ejercido como tal, para algunas.
Aunque entre las imágenes que reproduzco, está el recorte periodístico que informó, en su tiempo, de todos los que compusimos aquel primer club, quiero hacer la relación de todas las protagonistas y de acuerdo con la foto en la que aparecemos. En la fila superior y de izquierda a derecha están Mercy Marrero (junior), Mª Luisa Cólogan, Conchy Marrero, Mariajo Paniagua, Marichu Hernández y Catere Falcón; en la fila inferior y en el mismo sentido, Marga Máiquez, Bea Ravina, Merce González, Elena Ramos (junior) y, a mi izquierda, Mele Montes de Oca.
En mis nuevas compañeras reviví mis primeros años con el Mª Auxiliadora, porque, al igual que nosotras, eran estudiantes en su gran mayoría y, como hecho curioso, muchas de ellas, de la carrera de Farmacia. Catere, Marga, Mele y la junior, Pame Pintor, son, desde hace unos cuantos años, estupendas profesionales de esta especialidad. Bea estudiaba Medicina y hoy la ejerce como médico de empresa, en el ayuntamiento de esta capital. Mª Luisa y Conchy le daban a los idiomas y, en la actualidad, son eficaces Relaciones Públicas de la compañía y organismo, respectivamente, para los que trabajan. Marichu hacía Enfermería y, desde hace tiempo, desarrolla su vocación en una entidad sanitaria privada. Merce, en Mayo del 78, dejó el baloncesto para casarse y hace años que se trasladó a Zaragoza, donde vive con su familia. Cada vez que puede, se viene a su tierra de siempre. Coincidí con ella después de unas Navidades y me encantó verla tan vital como siempre y deseando estar más tiempo por aquí. Mª José, (Mariajo o Pepa, para nosotras), también anduvo fuera de nuestras islas por unos años y, desde hace unos cuantos, volvió y hoy la cuento entre mis colegas, porque es profesora de Religión en un Instituto de Enseñanza Secundaria de esta isla. Mención especial merece otra de las juniors, Mercedes Marrero, (Mercy para nosotras), y hermana de Conchy. Su vocación era el mar y, por ello, se matriculó en la Escuela de Náutica. Eso la convirtió en la primera mujer, en España, que lo hacía y, eso, también la llevó a ser la brillante primera capitana de navío de la Marina Mercante de este país. Hoy, después de unos cuantos años al mando de barcos que navegaban por esos mares de Dios, es, parangonando al gran poeta gaditano Rafael Alberti, “marina (que no marinera), en tierra” y toda su experiencia y sabiduría las aplica a su responsabilidad dentro de la Capitanía Marítima, dependiente de la Dirección General de la Marina Mercante.
Una vez releído este post, reparo en que lo he convertido en una segunda edición de la entrada que, bajo el título de “Crónica casi rosa”, dediqué a mis antiguas y primeras compañeras en esto del amor al baloncesto. Lo que más siento de esta vez, es que sólo dispongo de una única fotografía que ilustre las vidas, fuera del deporte, de estas nuevas: la de un momento del enlace de Mercedes y Jaime y al que invitaron a todo el equipo. Se celebró en los jardines del Hotel Parque San Antonio, del Puerto de la Cruz, y lo pasamos de maravilla. En la imagen, estamos Marga Máiquez y yo, en la iglesia del Sagrado Corazón. Allí se celebró la ceremonia, y, como es lógico, aparecemos con vestidos adecuados al feliz acontecimiento y con un aspecto muy alejado del que lucíamos durante la faena deportiva.
Intenté disponer de alguna imagen más, localizando a alguna de estas antiguas compañeras, pero, en Agosto, ya se sabe: vano intento. No encontré a ninguna. Otra vez será…

jueves, 19 de agosto de 2010

Hoy, hace un año

Hoy, 19 de Agosto de 2010, a las 23’57 h., hará exactamente un año que puse en marcha este blog. Me cuesta creer que hayan pasado 365 días y que, con ésta, sean 40 las entradas que he publicado. Sobre todo, porque tengo la impresión de que ese tiempo ha sido mucho más corto y, por lo tanto, me parece imposible que haya podido escribir esa cantidad de entradas. Nunca pensé que unas memorias deportivas, aunque sean de casi veinte años, pudieran ocupar todo ese espacio, lo cual quiere decir que me he dejado muy poco en el tintero de los recuerdos. Y aún quedan por rescatar dos intensas temporadas más…
Desde hace bastantes años, me rondaban el corazón y la cabeza, la idea y la ilusión de poder contar, algún día y en algún lugar, todo aquello de lo que fui testigo directo y, en ocasiones, protagonista, durante tanto tiempo de dedicación, casi profesional, a uno de los deportes de mis amores. Sentía la necesidad de compartirlo con aquellos que, en su momento, formaron parte de esas historias y también de quienes pudieron acompañarnos en los buenos y en los malos tragos, en las victorias y en las derrotas. En definitiva, con aquellos fieles seguidores que nunca nos abandonaron. Igualmente, creía que era de justicia dar a conocer a las jóvenes generaciones que hoy puedan interesarse por los orígenes de una parte del baloncesto femenino que se practicó por estos rincones isleños, la vida y obras de un grupo de personas pionero, en muchos aspectos, de ese deporte. Sabía que para llevar a cabo aquella idea era necesario disponer de dos factores esenciales: el tiempo para hacerlo y el medio para contarlo. El primero de ellos llegó con mi retirada de la actividad laboral. Después de más de cuarenta años dedicados a una exigente profesión como es la de la Enseñanza, no dispuse nunca de las horas requeridas para sacar adelante esta ilusión. Hoy, liberada de la preparación de material para las clases, de numerosas y, a veces, interminables correcciones, de elaboración de informes, de asistencias a reuniones y cursos de formación fuera del horario puramente escolar… he podido investigar y recopilar, no con todo el tiempo que quisiera, pero sí con algún sosiego, lo que les he podido contar y mostrar, a través de los 40 post escritos y de las 104 imágenes que los complementan.
El segundo factor, el del medio para publicarlo, lo resolví con el mejor posible: esta gran Red de comunicación universal. Potente, rápida y abierta a todo aquel que quiera acceder a ella. Sin duda, tenía que ser, éste, el vehículo de transmisión de todo lo que podía relatarles, si quería compartirlo de manera inmediata y con el mayor número de participantes posible.
No sé si estas historias las siguen muchos lectores y si tienen algún interés para determinadas personas, pero, mediado Abril, con gran sorpresa por mi parte, el especialista en baloncesto del periódico El Día, D. Agustín Arias, añadió un comentario a mi entrada de entonces en el que decía haber recomendado, en el citado diario, este blog. No sólo tuvo este detalle sino que, en varias ocasiones, ha reproducido algunas de mis entradas y eso ha hecho que, a través de los comentarios incorporados a esos posts, haya comprobado que sí, que estos relatos se leen.
Esos comentarios, unidos a los que he recibido aquí, me han descubierto que para antiguas compañeras y para amigos amantes del baloncesto, este blog les ayuda a revivir momentos, a veces, olvidados. Esos pronunciamientos los agradecí, en cuanto pude, y vuelvo a hacerlo ahora. Son reconfortantes y me alegra mucho recibirlos. De igual modo, quiero agradecerle encarecidamente, al Sr. Arias, la parte de “culpabilidad” que tiene, en esto de difundir lo que yo, de una forma sencilla y modesta, pretendo.
Dicen que quien abre un blog en este gran escaparate que es Internet, suele encubrir un cierto exhibicionismo y una personalidad algo narcisista. Yo discrepo de esa aseveración, cuando la autoría se hace bajo un pseudónimo, como ha sido en mi caso, hasta el 28 de Julio pasado, y lo es en otros muchos blogueros. Quizá, y muy a mi pesar, a partir de esa fecha, sí me haya convertido en una exhibicionista más. Por imperativos del relato, me vi obligada a desvelar una identidad que, hasta entonces, había procurado mantener en el anonimato. Por ejemplo, podía haberles explicado que, a partir de esa fecha, le pasaba los trastos de faena a mi compañera, Charo Borges, para que ella continuara las experiencias y los datos de sus temporadas con el Tenerife Krystal. No duden de que la idea me tentó unos segundos, pero el estilo en la redacción iba a ser muy difícil cambiarlo. Seguro que más de uno de los que están siguiendo estas narraciones, se iban a dar cuenta del engaño, lo cual no me parecía lo más apropiado en nombre del respeto que les debo.
También reitero mi agradecimiento a todas aquellas compañeras con las que pude contrastar algunos detalles de esos relatos y anticipo mis gracias a las que, en esta etapa final dedicada al Tenerife Krystal, me auxilien en lo mismo. Sin su ayuda, probablemente, las historias estarían más sujetas a datos estadísticos que las harían más frías, menos humanas.
Desde este rincón, lleno de viejos y amarillentos recortes de prensa, un montón de cálidas fotografías en blanco y negro, otras pocas en color y muchos, muchos y vivos recuerdos, vuelvo a agradecer a todos, la amabilidad que han mostrado, durante todo un año, acercándose a él, de vez en cuando, para saber cómo continuaba el siguiente capítulo de este serial “internético” que comenzó, allá por Agosto de 2009.
A todos, de nuevo, un millón de gracias.

domingo, 8 de agosto de 2010

La Primera me sedujo

En cuanto decidí mi retirada deportiva, en el mes de Abril de 1976 y según acabó la temporada para nosotros, comencé a organizar mi vida sin baloncesto. Lo primero, fue completar lo que hacía en cada temporada precedente, desde 1971: el curso escolar, allí donde estuviera dando clase. Este año fue en el Colegio Hispano Inglés, donde permanecí desde el 74 hasta el 79. Después, las merecidas vacaciones y, cuando el curso volviera a rodar, compaginar mi trabajo con la preparación de unas oposiciones para acceder a la enseñanza pública. Pero, como digo en la entrada anterior, se cruzó en mi camino algo que nunca hubiera esperado: la propuesta de formar parte del Asunción Krystal, flamante recién ascendido a la 1ª División femenina y que, a partir de entonces, pasó a llamarse Tenerife Krystal. Voy a contarles lo que ha quedado en mi memoria de cómo ocurrió.
Seguí por la prensa los pasos triunfantes que el Krystal estaba dando en Cuenca, lugar de concentración de todos los campeones de zona, de la 2ª División, para celebrar la Fase de Ascenso. También los de su regreso a la isla y todo el merecido reconocimiento que se hizo a su fantástico logro. Fue un hecho deportivo histórico que consiguiera, por primera vez, el tan buscado ascenso por alguno de los equipos femeninos de esa época. Justo a los diez años de habérsele negado al campeonísimo Mª Auxiliadora de los años 60, con trampas y ardides poco limpios y legales.
Avanzado el mes de Junio, algunas personas relacionadas con este deporte, “encantadas” con trasladarme la primicia, me dijeron que este equipo estaba interesado en que yo jugara con ellos. En ningún caso, di por buenos aquellos chismes y rumores. Ya se sabía lo de mi retirada y pensé que no tenía mucho sentido que nadie fuera a interesarse por mi continuidad.
Pero, con gran sorpresa por mi parte, a los pocos días, me llamó a casa Antonia Gimeno, entrenadora del Krystal y antigua compañera de equipo en el OM de la temporada 72-73, para hablar conmigo. Me pidió hacerlo durante un almuerzo, en la antigua Caseta de Madera. Para información de los más jóvenes, decirles que esta especie de casa de comidas, típica de barrios marineros, era exactamente lo que su nombre indica. Estaba situada en la zona de Los Llanos, hacia el Sur de la capital, próxima a la orilla del mar. Desapareció con el Plan General de Ordenación Urbana de los años 80, que reestructuró todo aquel gran espacio. Si no me equivoco, estaba emplazada muy cerca de lo que hoy ocupan las instalaciones del Parque Marítimo. Estuvo de moda durante muchos años, a pesar de lo destartalado de su construcción, por el buen pescado que servía. Hoy se la tildaría de chiringuito o de guachinche, como nos gusta decir por estas islas.
Una vez allí, Antonia me dijo que conocía mi intención de retirarme, pero que había hablado con Jeromo sobre las probabilidades que habría de que yo me lo pensase. Tenía especial interés en contar conmigo para formar parte del conjunto que quería que afrontara la primera temporada en la División de Honor. En absoluto, quería considerarme como un refuerzo, sólo como una jugadora más, cuya larga experiencia en el baloncesto, iba a ser un buen ingrediente para lo que ella pretendía. También estaba buscando una jugadora muy alta, en torno al 1’90 m., que además tuviera el nivel de juego necesario para la categoría a la que se había accedido. Pero, por estas latitudes y en aquellas fechas, no era fácil conseguirlo. Las posibilidades económicas de los clubs de entonces, no permitían fichar jugadoras peninsulares a las que había que facilitar un domicilio y una manutención que, con jugadoras locales, no era necesario hacer porque vivíamos aquí y seguíamos siendo puras amateurs, aún en la máxima división. Me limité a escucharla y le pedí que me diera unos días para pensármelo.
En ello quedamos y lo que hice, a continuación, fue ver a Jerónimo y a Ángeles y cambiar impresiones con los dos. No en balde, había jugado muchos años con ellos, me conocían muy bien y los consideraba unos excelentes amigos y expertos. Sus opiniones eran de gran valor para mí. La charla me ayudó mucho a aclarar mis dudas, aunque, tengo que reconocer que, desde el momento en que Antonia me lo planteó, la idea me sedujo en gran medida. Sobre todo, porque siempre me atrajo la curiosidad de saber lo que era jugar en la categoría más alta de este deporte y en una competición que cubría, prácticamente, todo el territorio nacional. Sopesé el esfuerzo y la dedicación que iba a exigirme y si el calendario previsto era compatible con mi trabajo en el Hispano Inglés. La conclusión, después de valorar todos aquellos datos y argumentos, no se hizo esperar. Aparqué, de momento, mi intención de convertirme en opositora y volví a ver a Antonia para decirle que aceptaba integrarme en el proyecto que ella quería diseñar, para la primera temporada de su equipo en la máxima división femenina.
En la próxima entrada, recuperaré esos pasos iniciales de lo que iba a ser el comienzo del final de mis muchos años en el deporte activo. Como complemento gráfico de ésta, sirvan los titulares escaneados de la noticia publicada en los periódicos de entonces, sobre mi fichaje por el Krystal. Las fotografías del equipo las reservo para los relatos siguientes.