jueves, 31 de diciembre de 2009

Con nuevo nombre

Durante el verano del 68 y después de una temporada en blanco, las gestiones emprendidas por nuestro entrenador, nos llevaron a buen puerto. Ese puerto fue una empresa canaria dedicada al mundo de los productos industriales: D.I.S.A. (Distribuidora Industrial Sociedad Anónima).
Como ya comenté en el post “El regreso”, Jerónimo era amigo y compañero de Juan José Rodríguez Pinto, el entrenador de las Dominicas que intermedió para que yo jugara en el Mª Auxiliadora. Pinto trabajaba en aquella empresa y, en esta ocasión, los papeles se invirtieron y fue Jeromo quien propuso a su colega, la posibilidad de que la D.I.S.A., fuera nuestro patrocinador o sponsor, como se dice ahora, y, él, quien nos entrenara.
La idea cuajó y pasamos a llevar, en la parte anterior de nuestras camisetas, el acrónimo DISA, arriba y, abajo, Disbón, el nombre de un jabón fabricado por ellos y que querían promocionar (en la foto adjunta se aprecian perfectamente estos vocablos). El color de la citada camiseta era verde muy pálido y la falda, blanca, con tablas muy anchas y más corta que la que teníamos con el Mª Auxiliadora. El resto de la vestimenta deportiva siguió corriendo de nuestra cuenta.
Cambiamos de entrenador y también se retiraron unas cuantas compañeras: Clary Pérez, Asunción Guerra, Juany Fumero, Fefa Villalobos y Elena Menéndez, ésta última porque se casaba y se iba a vivir a la Península. Continuaron jugando: Ángeles García, Conchy Ramírez, Mary Pily Hernández, Angelita Domínguez y Charo Borges. Para suplir a las que se fueron, Pinto fichó a Mª Reyes Hernández y a Pilar Juan, que, al igual que Mary Pily, hermana de la primera, y Charo, procedían de la cantera dominica. Los últimos fichajes de esta temporada fueron Mary Carmen Núñez y Margarita Navarro, que jugaba en Las Palmas y vino a estudiar a la Universidad de La Laguna. Como Delegada del equipo, se incorporó Edita Núñez, que sustituyó en el cargo a D. Antonio Nóbrega.
El régimen de entrenamientos se mantuvo igual que con Jerónimo y en el mismo lugar. Como es lógico, hubo variaciones en el estilo del nuevo entrenador, porque “cada maestrillo tiene su librillo”, pero supimos adaptarnos a él, sin mayores problemas. Pinto nos exigía muchísimo, sobre todo en los partidos y, si no se cumplía al pie de la letra lo que encargaba, solía enfadarse demasiado. Sé, de buena tinta, que hubo alguna compañera que llegó a temer sus encendidas broncas. Sin embargo, cuando el enfado se le pasaba, era muy cariñoso con todas y, de la misma manera que Jeromo, siempre procuró la máxima armonía y el mejor ambiente en la convivencia diaria.
Como en las temporadas precedentes, en ésta también nos proclamamos campeonas invictas de Canarias, aunque en la Liga Provincial fuimos subcampeonas, detrás del Hércules de Icod. En la Fase de Sector regional participaron el citado Hércules y nosotras, por esta provincia, y la U.D. Las Palmas y el Guanarteme, primer y segundo clasificados en la otra mitad del Archipiélago. El torneo fue a doble vuelta y ganamos los seis encuentros, sin dificultades. Así pues, volvimos a representar a las islas en un nuevo campeonato nacional y, otra vez, volamos hacia la Península.
Se celebró, por enésima ocasión, en Madrid, entre el 23 y el 27 de Abril de 1968. Tuvo lugar en las instalaciones del Canoe y allí nos encontramos con el C.R.E.F.F. de Madrid; el Mataró, de Barcelona y el Medina y el Tabaquero, ambos de La Coruña. Todos éramos conscientes de que poco podríamos hacer, frente a la mayor veteranía que acreditaban los rivales y, sobre todo, porque sus ligas eran mucho más competidas, más igualadas que la nuestra. Al final, todo transcurrió como preveíamos: se perdieron todos los encuentros, aunque los comentarios de entonces, en periódicos nacionales como AS o MARCA, hablaban de que nunca renunciamos a luchar y que fuimos mejorando nuestro juego, a medida que avanzaba la competición, llamando especial atención nuestra deportividad.
La gran alegría de aquel torneo nos la dio Ángeles García al proclamarse máxima encestadora de la Fase, con un total de 78 puntos, es decir, una media de ¡26 por partido!. Sin duda, un brillante promedio que, para sí, quisieran muchos jugadores actuales.

lunes, 21 de diciembre de 2009

Temporada en blanco

Decepcionadas por no haber sabido mantener el título de Campeonas nacionales, volvimos a casa con el objetivo de descansar y de recuperarnos de la larga temporada.
Para comenzar la siguiente, la de 1967-68, el entrenador y el delegado realizaron mil gestiones con el fin de conseguir la continuidad del equipo. Las monjas del Hogar Escuela alegaron no disponer de dinero alguno para afrontar su parte de compromiso en la marcha del conjunto y declinaron el seguir acogiéndolo bajo su tutela, aunque permitieron que siguiéramos entrenando en sus instalaciones y jugando con el mismo nombre, durante esa temporada.
Las gestiones no dieron el fruto deseado y, a pesar de volver a clasificarnos para jugar el Campeonato de Canarias, no pudimos participar porque nadie sufragó los gastos de los desplazamientos. Así pues, la temporada 67-68 fue una temporada en blanco y, además, de mucho mérito.
Desde sus inicios, supimos que esa situación sería la más probable y, sin embargo, todos cumplimos con la parte que nos tocaba. Acudíamos seriamente a todos los entrenamientos y a todos los partidos que tenían lugar en nuestra isla, no en balde habíamos adquirido un buen rodaje en proveernos, con nuestros propios medios, de lo que necesitábamos para sacar adelante, por lo menos, la competición local. La ilusión de que, más tarde o más temprano, podríamos recuperar nuestra trayectoria, nunca la perdimos.
Esta nueva experiencia contribuyó a hacernos más fuertes y a demostrarnos que nuestra vocación por el baloncesto era firme y convencida. No todo era un camino de rosas y, alguna vez, podríamos encontrarnos, simplemente, una vereda. Quizá, algo árida y con pequeños baches, pero que sirvió para que maduráramos, sobre todo, como personas.
Recordar esta situación me lleva a establecer, de nuevo, una comparación entre lo que ocurrió entonces y lo que hubiera pasado hoy, en circunstancias parecidas. Muy probablemente, a un equipo campeón de España, aunque fuera femenino, en estos tiempos se le hubiera ayudado a través de subvenciones oficiales y de apoyos económicos privados. Todo, a cambio de hacer publicidad en sus equipajes y en sus intervenciones en los medios de comunicación, lo cual no es un mal remedio si se logra la permanencia y la continuidad de un buen grupo humano y deportivo. Pero, señores, en aquella época, ni había el culto que existe hoy hacia las manifestaciones deportivas y hacia los deportistas ni tampoco, aún contando con recursos para hacerlo, se respaldaban y reconocían los méritos de quienes destacaban en esas actividades. É
sta no fue la única ocasión en que pude comprobar esta injusta realidad. Por desgracia, fueron varias las que tuve que vivir... pero, ya las iré comentando cuando llegue el momento. Será interesante hacerlo.
Tan en blanco quedó aquella temporada, que no dispongo de imágenes ni recortes periodísticos con los que complementar este post de hoy. Sólo, lo que quedó en mi memoria y que, por quedar en ella, sigue siendo, para mí, lo más significativo de ese tiempo pasado.

sábado, 12 de diciembre de 2009

Comenzó la competición


En esa temporada de 1966-67, el marchamo de ser las campeonas nacionales de la categoría, supuso un arma de doble filo. Por un lado, el respeto de los rivales era un factor que favorecía la probabilidad de la victoria y, por otro, añadía una nueva responsabilidad, ya que todos esperaban que se demostrara, en todo momento, esa condición de líderes.
La Liga Provincial transcurrió como se presumía: se ganaron todos los partidos. En Abril, como siempre, se disputó la Fase de Sector de Canarias, enfrentándose el Mª Auxiliadora a la U. D. Las Palmas y al C.B. Teresianas, ambos de la provincia hermana. Dispongo de amarillentas reseñas periodísticas publicadas en el Diario de Las Palmas y en El Eco de Canarias, que comentan los encuentros celebrados allí. Del primer vocero extraigo unas líneas firmadas por José Luis López: “De nuevo, y como ya se temía, las tinerfeñas han salido victoriosas con todo merecimiento y haciendo gala de un gran juego. Tiene jugadoras de gran categoría y no nos extrañaría que se volviera a proclamar Campeón de España en la presente temporada, ya que calidad y fuerza no les falta.” En El Eco de Canarias, Pívot dijo: “El Mª Auxiliadora demostró su potencialidad. Juegan bien, tienen corpulencia y veteranía. A este equipo, verdadera selección tinerfeña y, hoy por hoy, el mejor conjunto de las islas, nuestros deseos sinceros de que, en las canchas peninsulares, repita su gesta del año anterior. Canarias tiene un digno representante.” Como jugadoras destacadas, todos coinciden en nombrar a Conchy Ramírez, Ángeles García y Juany Fumero. Los resultados de los dos partidos fueron: U.D. Las Palmas, 41- Mª Auxiliadora, 58 y C.B. Teresianas, 37- Mª Auxiliadora, 54.
Otro cantar fue la Fase Nacional celebrada en Madrid, en el Pabellón de Deportes de la Almudena. Los equipos participantes fueron el B.I.M. de Barcelona, el DEFF de Madrid, el Medina de Zaragoza y el nuestro, por Canarias. Para mí, supuso una enorme ilusión, porque era la primera vez, en mi vida, que viajaba a la Península y, hacerlo para representar a mi tierra y con el vigente campeón de la categoría, resultó una experiencia inolvidable. Recuerdo que nos alojamos en la pensión La Marina, en la calle de El Carmen, frente a la iglesia del mismo nombre y a unos doscientos metros del Kilómetro Cero de este país, en la Puerta del Sol, junto al Oso y el Madroño. Me quedaba, con otras cinco compañeras, en una habitación inmensa, destartalada y con paredes pintadas con un verde muy vistoso, pero limpia y curiosamente acogedora. Como era tan amplia, solíamos concentrarnos todos allí, después de los entrenamientos y de los partidos, para comentar cómo habían transcurrido las cosas. Muchas veces, la reunión se acababa oyendo cantar a Jeromo, que tenía una educada y bellísima voz de tenor. Su interpretación del Maitechu mía, nos emocionaba de tal manera que, aún hoy, es inevitable evocarlo, siempre que nos reunimos con cualquier motivo.
La gran decepción llegó cuando perdimos el primer encuentro que nos tocó jugar y, ante el mal resultado, algunas compañeras reaccionaron de un modo poco solidario. No comunicaron al entrenador su intención de salir de Madrid por unas horas, para ir a visitar a unas amigas y no pudieron regresar hasta el día siguiente. Para ese segundo partido, llegaron con poco tiempo de descanso y sus condiciones no fueron las mejores para afrontarlo. Para mí, que entonces era jugadora de banquillo, sobre todo por mi bisoñez en lides de aquel nivel, fue una situación sorprendente y que nunca pensé que fuera a vivir. Yo idealizaba a todas aquellas estrellas campeonas de España y creía que lo eran por su talento, técnica y disciplinada dedicación. Sin embargo, comprobé que unas pocas, no se correspondían con mi idea primigenia y descubrí que ser entrenador o entrenadora, no debía ser una tarea fácil.
El balance final fue el de ganar un único encuentro y quedar situadas en el tercer lugar, con lo que, los buenos deseos de la prensa canaria, no se vieron cumplidos. Las reinas fueron destronadas y, hoy, pienso que el peso del mal recuerdo del torneo de la temporada anterior, debió ser una losa muy difícil de superar por parte de algunas ocupantes de aquel glorioso trono. En todo caso, vuelvo a reiterarme en que, para mí, aquella primera salida para competir lejos de nuestra tierra fue, y sigue siendo, una experiencia inolvidable.

lunes, 30 de noviembre de 2009

Puras "amateurs"

¿Recuerdan ustedes que en el post dedicado a las campeonas, decía que para poder cubrir los gastos de una semana más en Madrid, por lo de la fase de ascenso fantasma, tuvieron que pedir ayuda a sus familias y a las empresas e instituciones locales?. Pues, para que este mismo equipo, gran campeón de la 2ª División Nacional, pudiera continuar en activo en la siguiente temporada, la de 1966-67, hubo que seguir pidiendo las mismas ayudas. Las monjas del Colegio sólo afrontaban el gasto de una parte del vestuario deportivo y de parte del traslado a Las Palmas, si se quedaba líder de esta provincia, y la Federación sufragaba el de la Península, si se llegaba a campeón regional. En lo referente a la vestimenta propia del equipo, lo que era el calzado y el chandall corrían de nuestra cuenta, por lo que, cada una, se buscaba la vida para comprarlos.
Yo pertenezco a una familia muy numerosa (muy habitual en aquellos tiempos), soy la mayor y no podía ni debía generar más gastos de los imprescindibles, dentro de una economía familiar muy ajustada. Además, siempre he sido muy independiente y, aunque pudiera contar con la ayuda de mis padres, todo lo que fueran mis aficiones quería afrontarlo yo sola. Este afán de independencia hizo que, desde los 16 años, compaginara los estudios con impartir clases particulares. Así pues, cuando entré a formar parte del Mª Auxiliadora, continué con esa práctica para disponer de unas pesetas, de aquel entonces, con las que adquirir las prendas del equipamiento que no podían darnos. Recuerdo que algunas compramos un chandall de color azul cyan con amplias mangas blancas, muy bonito, de buena calidad y que nos duró mucho tiempo. En cuanto al calzado, cada una se hizo con las botas que creyó conveniente, aunque tampoco había mucho donde elegir. No tenían nada que ver con las que hoy visten hasta los equipos más modestos. Incluso, las de mayor calidad, no contaban con protectores para los tobillos ni para la planta del pie, con las cámaras de aire que amortiguan los impactos tan característicos del baloncesto, ligeras, resistentes y flexibles. Tampoco había variedad de diseños y la Ergonomía era una ciencia desconocida para aquel calzado. Lo más común y asequible eran las J´Hayber, Kelme, John Smith y, con algo más de trabajo o ahorro, las Adidas. Tener unas All Star americanas era un privilegio que, casi nadie, podía concederse y las Nike eran desconocidas por estos lares.
Con respecto a los balones, disponíamos de otros más modernos que los que teníamos que remendar nosotras mismas en la etapa escolar. Ya eran de materiales más parecidos a los de hoy, aunque todos iguales, de color naranja oscuro y con suaves puntos en relieve para que se adhirieran a la piel de las manos. De su custodia y conservación, se encargaba el entrenador y sólo contábamos con dos o tres para el entrenamiento diario. El que se usaba para los partidos jugados en casa, se guardaba como oro en paño.
Cuando comenzó la competición y teníamos que trasladarnos a otras localidades, como La Orotava o Icod de los Vinos, lo hacíamos en los coches del entrenador, de Angelita y de algunos familiares y amigos que acudían a nuestros partidos como los más fieles fans.
Después de este relato, queda justificado el porqué del afrancesado título del post: puras amateurs, puras aficionadas al deporte de nuestros amores. No sólo no recibimos nunca un duro por hacerlo, sino que muchos pusimos de los nuestros, para seguir practicándolo. Práctica que hicimos con toda la entrega y dedicación de que fuimos capaces. El hecho de aprender a jugar cada vez mejor, ganar partidos, viajar de vez en cuando y alcanzar títulos, nos compensaba con creces.

miércoles, 18 de noviembre de 2009

Con las estrellas



Con la ilusión propia de quien comienza un nuevo camino y con la preocupación lógica de pensar que, a lo mejor, se podía perder en ese camino iniciado, transcurrieron mis primeras semanas de entrenamiento con las estrellas del baloncesto femenino de aquellos momentos. 
Lo hacíamos de lunes a viernes y la hora en la que Jeromo nos convocaba para comenzarlos era las ocho de la noche. Yo recibía clases en la antigua Escuela de Artes y Oficios, en la Plaza de Ireneo González, desde las tres hasta las ocho, por lo que, a toda carrera, iba, con mi petate a cuestas, por toda la calle de Méndez Núñez hasta la cancha del Ideal Cinema, en el tramo más alto de la calle de S. Francisco Javier. No es difícil suponer que llegaba con el calentamiento más que hecho, pero, allí estaba yo, como todas las demás, equipada y haciendo la tabla de ejercicios para calentar. Disciplinada, obediente y con la lengua fuera. Los 19 años dieron para eso, para mucho más y sin que apenas lo notara. Si llegaba unos minutos tarde, el entrenador nunca me decía nada, porque valoraba mucho el que estuviéramos estudiando. Además, yo era la única que tenía sus clases por la tarde y eso le hacía más comprensivo. 
Recuerdo que los entrenamientos no eran muy largos, pero sí muy intensos, como siempre me han gustado. Acababan en torno a las diez y una de las compañeras, Angelita Domínguez, que ya trabajaba y tenía coche propio, se ofrecía para llevarnos a casa a las que vivíamos más lejos. Hoy, jubilosa jubilada como yo, seguimos viéndonos, con mucha frecuencia, en Las Teresitas. Ella va a caminar y yo, a nadar. El peso del paso del tiempo y las viejas lesiones, ya no nos permiten mucho más ejercicio, porque, quizá, fue demasiado el que hicimos durante tantos años. Especialmente yo, que me mantuve en activo más de 20 años. Nunca agradeceré suficientemente a Angelita, aquel generoso gesto de llevarme en su coche, porque así dispuse de más tiempo para resolver los trabajos que me encargaban en clase. Y, hablando de trabajos, en mi próximo post les contaré algo de la tercera actividad que, por independencia y necesidad, también ejercí en aquellos benditos tiempos.
Como documentos gráficos que aporto hoy, está una fotografía que se publicó en los periódicos de Gran Canaria, cuando se jugó en Las Palmas uno de los dos partidos que decidían el Campeón del Archipiélago, de esa temporada. En ella aparecen Fefa Villalobos, Asunción Guerra, Conchita Ramírez, Mary Pily Hernández, Elena Menéndez, Ángeles García, Juany Fumero y Charo Borges. La otra, formó parte de la serie que la fábrica de Cigarrillos 46, (hoy desaparecida), incorporó en sus cajetillas de tabaco. Esta empresa canaria quiso dedicar los envoltorios de su producción de humos de aquella época, al reconocimiento de los deportistas y conjuntos deportivos más destacados de entonces. Curiosa contradicción. En el caso de nuestro equipo, el posado para las fotos lo hicimos al pie de una de las canastas del Ideal Cinema, teniendo como fondo la pantalla de cine en la que se proyectaban las películas, al aire libre y en las noches del verano. Como detalle más cutre de la imagen, se puede ver un pequeño, desvencijado y despintado marcador que se usaba para los tanteos de los partidos que allí se celebraban.

martes, 10 de noviembre de 2009

El regreso


Aunque la natación fuera el deporte al que me dediqué después de terminar el Bachillerato, siempre procuré no perder el contacto con las compañeras del equipo de baloncesto del Colegio. Su entrenador era Juan José Rodríguez Pinto (q.e.p.d.). Lo conocí en esa época y supo que mi deseo era seguir jugando a baloncesto de una manera formal. Un día me dijo que su amigo y también entrenador, Jerónimo Foronda, estaba buscando un par de jugadoras para el conjunto que en esa temporada que acababa, la de 1965-66, había sido el flamante Campeón de España, el Mª Auxiliadora. Dos o tres componentes del mismo querían retirarse y había que sustituirlas para la temporada siguiente. Me pidió que le acompañara a hablar con Foronda, quien dijo que me recordaba porque me había visto jugar cuando formaba parte de aquel novato equipo escolar, el Dominicas B.
Según supe qué era lo que se esperaba de mí, dentro del conjunto, acepté con mucho gusto. Era todo un honor formar parte del mejor bloque del baloncesto femenino de esta tierra nuestra y de aquellos tiempos y, además, una de mis amigas y compañera del Colegio ya formaba parte de la plantilla y también me animó para que me uniera a ellos. Comencé, pues, en la temporada 66-67, a tomarme muy en serio todo lo que suponía formar parte de un grupo deportivo del nivel demostrado por el gran campeón. Como ya dije en la entrada dedicada a él, este conjunto fue pionero y modelo para las siguientes generaciones de este bello deporte, abriendo camino para que, diez años más tarde, en la temporada 75-76, otro equipo, el Asunción Krystal, tomara el relevo en el Campeonato de Canarias y, en la Fase de Ascenso correspondiente, ganara su derecho a participar en la liga de la División de Honor del baloncesto femenino español. Cuando llegue el momento, hablaré con más amplitud de este otro histórico logro.
Como recuerdo gráfico del inicio de mi andadura con el Mª Auxiliadora, sirva la imagen adjunta. Curiosa imagen, por cierto, ya que recoge el estilo de la época para hacer fotografías a grupos familiares. Quizá, el hecho de que las jugadoras no estuviéramos equipadas con el traje de faena deportiva, inspiró al fotógrafo para que posáramos como una familia numerosa. No anduvo lejos, porque esa era la pretensión del entrenador y, con el paso del tiempo, yo sentí que lo íbamos consiguiendo.
En la peculiar foto aparecemos Juany Fumero, Asunción Guerra, Ángeles García, Fefa Villalobos, Mary Pily Hernández, Charo Borges, Conchy Ramírez, Clarita Pérez y Elena Menéndez. Nos acompañan el entrenador, Jerónimo Foronda, y el Delegado del equipo, D. Antonio Nóbrega, ya mencionado en anteriores entradas, por sus funciones como Secretario de la Federación de Baloncesto.
Así pues, a partir del verano de 1966, me eché a la espalda varias responsabilidades: consolidar mis estudios con el segundo año de sorprendida y entusiasta permanencia, recuperar mi vocación baloncestística al más alto nivel y buscar una cierta independencia, a través de trabajos esporádicos, que compaginaba con las dos actividades anteriores.
Pero… éstas serán historias para próximos encuentros.

miércoles, 28 de octubre de 2009

Cursos sin baloncesto (II)


Con el flamante título de Bachiller Superior en mi poder, comencé el Preuniversitario y quise continuar jugando en algún equipo del Colegio, pero, por edad, no pude hacerlo. El límite para la liga escolar eran los 16 años y yo acababa de cumplir los 17. Lo que sí pude hacer en los inicios del curso, fue entrenar con las compañeras que aún continuaban en el Centro. Sólo estuve durante el primer trimestre, porque, hacia Diciembre, se abrió la puerta de la natación y la oportunidad de profundizar y mejorar en otro de los deportes que siempre me ha apasionado.
Para inaugurar la puesta en marcha de la primera piscina municipal de esta ciudad, se celebró el Campeonato Nacional de Natación de la temporada que correspondía. Fue un acontecimiento deportivo muy poco habitual en aquella época, los aficionados no quisimos perdérnoslo y yo tuve la oportunidad de verlo acompañada por mi padre. Allí coincidimos con uno de sus buenos amigos, D. Peder Larsen (q.e.p.d.), cónsul de Dinamarca para nuestra provincia y Presidente de la Sección de Natación del Real Club Náutico. Cuando supo de mi afición, me invitó a formar parte del equipo de esta institución y, sin pensármelo mucho, acepté encantada.
Desde el primer momento, manifesté que mi deseo no era competir. Para eso, ya llegaba bastante tarde, si tenemos en cuenta que, en este deporte, lo ideal es comenzar seriamente desde los diez o doce años. Sólo aspiraba a perfeccionar los estilos propios de la natación. Ya sabía nadar desde muy pequeña, pero me faltaban conocimientos para hacerlo mejor. Estuve casi dos temporadas y disfruté del privilegio de ser enseñada por un gran señor, D. Acidalio Lorenzo (q.e.p.d.), bellísima persona y excelente entrenador. Más tarde, supe que fue, además, Seleccionador Nacional. Le recuerdo como una persona muy afable y cordial, de muy buen trato con todo el mundo y muy sencillo. Todos le llamábamos Jefe y él parecía encantado con que lo hiciéramos. Hoy, aquella primera piscina municipal lleva su nombre desde hace más de treinta años.
Acabado el PREU y sin tener decidido qué estudiar, animada por mi madre y porque tenía ciertas habilidades artísticas, me apunté a mejorarlas. Aconsejada por los “profes” que tuve, preparé el Ingreso en la carrera y, cuando vine a darme cuenta, estaba compaginando mis estudios superiores con la práctica del baloncesto.
El refrán dice que "Al cabo de los años miles, vuelven las aguas a sus carriles". Algo así me ocurrió a mí, aunque no tardé tanto. Sólo dos cursos académicos.

sábado, 17 de octubre de 2009

Cursos sin baloncesto (I)


En el curso siguiente, en 6º, los estudios se endurecían porque era el último año del Bachillerato y para titular como Bachilleres Superiores había que pasar por una Reválida, como ya habíamos hecho en 4º para obtener el de Bachiller Elemental.
Esta dificultad añadida hizo que renunciáramos a seguir entrenando y compitiendo. Había que dedicar todo el tiempo a las clases y a empollar lo más posible.
A pesar de esa realidad y ya atrapada por la magia del baloncesto, no entraba en mi renuncia el alejarme totalmente de él. Me las ingenié para seguir practicándolo de alguna manera. La solución la encontré en los recreos. Pedí permiso a las monjas para que nos dejaran un balón durante esa media hora y, así, no perdí el contacto con el que se convertiría - ¡quién lo iba a decir! – en mi deporte preferido.
Como no podíamos disponer de todo el patio, porque se concentraban en él todas las alumnas del Centro para ese rato de descanso, nos reuníamos en torno a alguna de las dos zonas marcadas en los lados más cortos. Con las compañeras de equipo que estaban dispuestas a seguir con las prácticas, formábamos colas para hacer tiros libres, dar la vuelta al mundo o, simplemente, pasarnos el balón y tirar al aro desde distintos puntos.
Nos solían rodear alumnas de cursos inferiores, que nos miraban curiosas, unas; admiradas, otras y desconsoladas, unas cuantas. Recuerdo que, en más de una ocasión, invité y enseñé a cómo coger y pasar el balón o cómo lanzar al aro, a algunas de estas últimas. Muchas de ellas se añadieron a nosotras para seguir aprendiendo y pasar un recreo más divertido.
Si alguna vez, la monja de turno para cuidar el recreo, no nos dejaba el balón, tampoco nos pensábamos demasiado el intento de acceder al lugar en el que se guardaba. Estaba en el baño de alumnas del patio y, aunque tenía una puerta cerrada con llave, se podía llegar a él, saltando por un gran hueco rectangular que, a modo de ventana abierta, coincidía con el final del tabique que separaba los servicios individuales y llegaba hasta casi el techo. Tanto otra compañera como yo, atrevidas ambas, lográbamos ascender a lo alto de ese tabique y, con ello, traspasar el hueco abierto y saltar hasta el suelo de ese pequeño y oscuro cuarto. Una vez allí, y por el mismo hueco, pasábamos el balón al otro lado y subiéndonos a unos viejos pupitres que también se guardaban allí, desandábamos el camino de entrada para incorporarnos al juego con las demás.
Una vez, por desgracia, una de esas compañeras de cursos inferiores, que se llama Mercedes Durango y era tan atrevida como nosotras, hizo el mismo recorrido para hacerse con un balón, pero, con tan mala suerte, que al dejarse caer desde aquella ventana al suelo del cuarto, cayó sobre uno de ellos y se fracturó un tobillo. Imagínense la bronca que nos llevamos… Pero, no me digan, señores, que la sufrida compañera no demostró, con creces, su amor al baloncesto. Desde aquí, y después de muchísimos años, quiero hacerle un pequeño homenaje por su valentía y generosidad.
Otra muestra de la enorme afición que había arraigado en nosotras, fue el cuidado de los balones. No eran como los de hoy, con atractivos colores y diseños, materiales sofisticados, superficies adherentes y diferentes tamaños y pesos. Eran únicamente de cuero y con piezas geométricas pequeñas cosidas entre sí, con hilo de bala. En su interior, una válvula de goma que era la que se inflaba y daba la forma esférica a los trozos cosidos. Cuando se rompían partes del hilo que unía las piezas, la válvula se escapaba por las ranuras abiertas y aquella bola informe no había quien la controlara. El mérito estaba en pespuntar esos descosidos a mano y con una aguja muy gruesa. Sólo así podíamos seguir usando tan especial artilugio. Muchos pinchazos sufrieron las yemas de mis dedos, a pesar del uso de un dedal. 
¡Todo fuera por mantener nuestra incipiente vocación deportiva!

viernes, 9 de octubre de 2009

Los primeros pasos

Hasta el momento, todo lo relatado puede catalogarse de hechos oficiales, de acontecimientos y personajes recogidos en las hemerotecas. A partir de ahora, serán los recuerdos personales, los que perviven en la memoria de quien los cuenta, los que irán dibujando las líneas de este blog, intercalados, seguramente, con hechos conservados también, en los papeles de la prensa de la época.
Mi andadura deportiva de veinte intensos años en el baloncesto, comenzó en el Colegio. Fue más por curiosidad que por una vocación definida. Cuando tenía 14 años, desde la balconada alta del edificio, veía, en el patio, cómo un grupo de compañeras de mi curso y de cursos superiores, aprendían los fundamentos de este deporte, enseñadas por Pancho Monje, uno de los mejores jugadores de aquel Náutico que, unos años más tarde, subió a la 1ª División masculina.
Recuerdo que las posturas que adoptaban para hacer los ejercicios prácticos de la técnica, me resultaban ridículas y me producían risa. Por ejemplo, las de defensa del contrario, las de arrancada botando el balón, las de tiros al aro… Todas me parecían muy forzadas y poco naturales. Pero, como nunca debemos decir “De esta agua, no beberé”, yo, por si acaso, no lo dije y, al año siguiente, en 5º curso, me vi formando parte del equipo de mi clase, practicando aquello de lo que tanto me reía y descubriendo lo necesarios y útiles que eran esos ejercicios para jugar bien al baloncesto.
Mi primer entrenador se llamaba Domingo Sicilia, era muy joven y muy alto y jugaba en el Hernán Imperio, donde lo hacía muy bien. Como jugadoras del equipo, fichamos Ana Mª Maceda, Ligia Suárez, Isabel Duque, Carmen Aranguren, Carmen Delia Tejera, Elia Quintero, Charo Borges y Lourdes Gómez. Nos inscribimos en el torneo escolar de entonces y competimos como Dominicas B, porque también intervenía el conjunto de las mayores, que, lógicamente, lo hacían como Dominicas A. También participaban los equipos de La Pureza, Asunción, y Mª Auxiliadora.
Al final del torneo, quedamos las últimas y pagamos, sobre todo, nuestra inexperiencia, mientras que las del A, que eran muy buenas, fueron subcampeonas, detrás del campeonísimo Mª Auxiliadora.
De aquella liga, conservo una auténtica reliquia de la que da fe la imagen que acompaña a este post. Es el acta original de uno de los partidos celebrados. Se recoge en un impreso oficial encabezado con la identificación del organismo responsable de la competición, que era la Delegación Nacional de Educación Física de la Sección Femenina de F.E.T. y de las J.O.N.S.. Debajo de este largo rótulo, aparece la palabra BALONCESTO y, bajo ésta y en la misma línea, Campeonato XVII, Fase Provincial, Lugar de celebración, cancha del Ideal Cinema y, más abajo, la relación de las jugadoras de los equipos contendientes que, en este caso, son Dominicas B contra Dominicas A. El encuentro se jugó el 9 de Noviembre de 1962; la categoría, Juventudes y los árbitros, Víctor Rojas (q.e.p.d.) y Alejandro Puertas. Las jugadoras del B, son ocho, mientras que en el A, aparecen trece. El resultado del partido fue de ¡diecisiete-doce! a favor del Dominicas A. Bastante menos que el de un encuentro de balonmano de estos días.
Como una curiosidad más, decirles que la cancha mencionada era el patio de butacas de un cine de verano al aire libre, que existía en la parte alta de la calle San Francisco Javier, en el tramo comprendido entre las calles Méndez Núñez y Doctor Guigou. Durante muchos años, fue sede de torneos y campo de entrenamiento de unos cuantos equipos de baloncesto tanto femeninos como masculinos. Hoy, en su lugar, existe un edificio de viviendas.

jueves, 1 de octubre de 2009

El alma mater


Como adelantaba en la entrada precedente, el alma mater de aquel gran equipo y del baloncesto femenino de estas tierras y de aquellos años, se llamaba Jerónimo Foronda Monje.
Natural de la Villa de Arafo, nació el 6 de Diciembre de 1940, se licenció en Derecho por la Universidad de La Laguna, trabajó mucho tiempo como Gestor administrativo y su enorme vocación, desde muy joven hasta sus últimos días, fue el baloncesto. Falleció a la edad de 57 años, el 20 de Enero de 1998, en Santa Cruz de Tenerife.
Estos podrían ser los datos precisos y escuetos para una mínima presentación de cualquier ciudadano de este mundo. Pero resulta que Jerónimo Foronda no era un ciudadano cualquiera y esa fría información está muy lejos de reflejar quién fue y lo que él supuso para muchos de nosotros.
"Jeromo", afectuoso diminutivo conque le distinguíamos de otros Jerónimos, nuestro compañero, entrenador, amigo y maestro fue y sigue siendo una de las personas más entrañables y carismáticas con las que una puede tener el privilegio de encontrarse a lo largo de su vida y, además, estoy convencida de no ser la única que piensa de esta manera.
Al aficionado que ahora se inicia en este deporte de nuestros amores y a los miles de jóvenes practicantes que no le conocieron y que sólo puede que sepan de él que fue un buen entrenador de baloncesto, quiero decirles que también fue un excelente jugador ocupando las posiciones de base o de escolta, que desde su puesto de director del juego constituyó lo que hoy llamamos un magnífico pasador y, por ello, un especialista pionero en asistencias, muchas veces, espectaculares.
Como entrenador, fue riguroso, estricto, duro y exigente dentro de la cancha, conocedor profundo de los fundamentos de este deporte, transmitiendo su impecable técnica individual a todos los que quisiéramos adquirirla. Fuera de la pista de competición, era cordial, dialogante y muy comprensivo. Siempre buscó y procuró la mejor relación humana entre todos los componentes de sus equipos, tanto femeninos como masculinos, convencido de que la unión en el juego nacía, se construía y consolidaba en los ratos de convivencia para el ocio, la charla distendida y la conversación reflexiva.
Compartir con Jerónimo y Ángeles, su mujer,- mi querida compañera y amiga de tantos años de equipos en común-, muchas horas de buenos y malos momentos, de ratos y partidas de póker irrepetibles con amigos de toda la vida, de revivir las bromas sanas que nos dedicábamos en nuestros desplazamientos a la Península para participar en los Campeonatos... Haber tenido el privilegio de compartir todo eso, de poder contar con la lección de vida que ellos, personas especiales, han supuesto para mí, es algo que siempre recordaré.
Para completar este perfil del inolvidable Jeromo, vuelvo a los datos fríos y objetivos que también hablan de su constante dedicación a este bello deporte. Fue jugador y entrenador de equipos masculinos de 2ª División, como el Canarias, de La Laguna y del Hernán Imperio, el Kaiser Náutico y el D.I.S.A., todos de Santa Cruz. Como entrenador de conjuntos femeninos, lo fue del laureado Mª Auxiliadora y de los sucesores de éste, el DISA, el OM y el Medina Santa Teresa, todos de la 2ª División también y que fueron campeones regionales de sus respectivas ligas y temporadas de juego, clasificándolos para participar en las Fases finales, que se celebraban siempre en la Península. Además, dio clases de baloncesto y organizó muchos equipos escolares en los colegios capitalinos del Hogar Escuela (cuna del campeón nacional Mª Auxiliadora), Asunción y Dominicas Vistabella
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sábado, 26 de septiembre de 2009

Las campeonas


A partir de 1963, cuando el Secretario de la Federación Tinerfeña de Baloncesto, el ya mencionado D. Antonio Nóbrega Navarro, logró que el baloncesto femenino se convirtiera en modalidad federada, fue dicha Federación la que se hizo cargo de organizar los campeonatos en los que intervinieran equipos con esta condición y que desearan participar en los torneos.
Dos años después, en 1965, el equipo que siempre se erigía en vencedor de la liga escolar, el Mª Auxiliadora, pasó a llamarse C.B. AA.AA. Mª Auxiliadora, es decir, de Antiguas Alumnas del Mª Auxiliadora, dado que sus componentes ya tenían 17 o 18 años y habían acabado su etapa escolar.
Una vez más, en esa temporada de 1965-66, este gran conjunto volvió a repetir su título de Campeón Regional y, con él, su derecho a participar en la Fase Nacional de la 2ªDivisión. En esa Fase, el equipo que quedara Campeón, ascendía automáticamente a la categoría superior, interviniendo, con pleno derecho, en la Liga Nacional de la 1ªDivisión.
La Fase comentada se celebró en Madrid, participaron seis equipos procedentes de varias zonas y jugaron una liguilla entre ellos, durante una semana. Contra todo pronóstico, el Mª Auxiliadora ganó todos los partidos, se proclamó Campeón de la categoría y, con ello, su pase a la 1ªDivisión.
Pero, hete aquí que, como Canarias casi no existía y, mucho menos, a niveles deportivos y femeninos, la Federación Española se inventó, sobre la marcha, una Fase de Promoción en la que se enfrentaban el Campeón (Mª Auxiliadora) y el Subcampeón de la 2ªDivisión, a los dos últimos equipos de la 1ªDivisión, ascendiendo a esa categoría, sólo el vencedor de la "Promoción fantasma", que, como es lógico pensar, no fue nuestro gran campeón. De manera oficiosa, al entrenador de nuestro representante se le hizo saber, en el transcurso de los partidos, que los árbitros tenían la consigna de impedir que el equipo canario volviera a ganar. Y así fue.
Como una muestra más de la desconsideración y falta de respeto habidas hacia nuestras paisanas, contarles que, para poder afrontar una semana más de estancia en Madrid, que era lo que iba a tardar la dichosa fase inventada, tuvieron que pedir ayuda económica a Tenerife, a través de la prensa de la época, consiguiéndola de algunas empresas e instituciones de aquel entonces.
La razón de esta maniobra estuvo en los intereses de la propia Federación Nacional y de los Clubs peninsulares, que se negaban a contemplar en sus presupuestos un desplazamiento a Canarias, por cada equipo y, en el caso del Mª Auxiliadora, el más perjudicado, tantos traslados como partidos había que celebrar en la Península.
Nunca supe si, de verdad, las arcas estatales no se podían permitir una competición de estas características o si Canarias, ("Lejos de la vista, lejos del corazón"), seguía siendo la olvidada de siempre y, mucho más, en el apartado de mujeres en el deporte.
Con el lógico desencanto, tristeza, impotencia e indignación, volvieron nuestras campeonas a su tierra, donde se les recibió, en el Aeropuerto de Los Rodeos, con todos los honores y con la presencia de sus familiares, amigos y aficionados, que eran muchos y muy entregados.
Para terminar y como homenaje a todos los componentes de aquella ilustre formación, qué menos que nombrarlos y dejar constancia gráfica de todos ellos, por medio de una imagen que los represente. Ellas fueron: Ángeles Domínguez, Juani Fumero, Ángeles García, Juani Gómez, Asunción Guerra, Pilar Hernández, Carmen Dolores Manrique, Clara Pérez, Conchita Ramírez y Fefa Villalobos. El entrenador, Jerónimo Foronda (q.e.p.d.) y la Delegada, Fina González.
Mención muy especial he de hacer del alma mater de éste y otros muchos grupos de baloncesto femenino, que continuaron la gran labor iniciada por las jóvenes del Mª Auxiliadora y que no es otro que quien las enseñó a jugar, las dirigió y las llevó a ese histórico triunfo: Jerónimo Foronda... Pero, será en la próxima entrega.

sábado, 12 de septiembre de 2009

Las siglas

Para cumplir con el compromiso de la entrada anterior, inicio la de hoy situándoles en un tiempo político que los más jóvenes no vivieron ni falta que les hace.
Las tan rimbombantes iniciales (FET y de las JONS) lo son de lo que sigue: Falange Española Tradicionalista y de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista. Fueron las siglas del único partido que existió en la España franquista. Se fundó en Abril de 1937 y se disolvió cuarenta años después, en Abril de 1977, con la llegada de la democracia.
La Guerra Civil española transcurrió entre 1936 y 1939, aunque muchos de los detenidos por sus ideas contrarias al régimen imperante, no fueran liberados de las cárceles hasta dos o tres años más tarde. En su trágica plenitud, se produjo la fusión de los partidos y movimientos con ideologías fascistas, militaristas, ultranacionalistas, conservadores, tradicionalistas, católicos, monárquicos, etc., que apoyaban la sublevación militar liderada por el general y dictador Francisco Franco Bahamonde. Así pues, el origen de ese gran partido fue la comentada fusión y nació para convertirse en el único cauce de participación en la vida pública de este país.
Es obvio pensar, pues, que controlara todo tipo de actividades sociales, incluídas las deportivas que, en el apartado de la mujer, se hizo a través de la Sección Femenina. El encargo de esta rama de la FET y de las JONS fue instruir a las jóvenes sobre "como ser buenas patriotas, buenas cristianas y buenas esposas", adoctrinándolas en el principio de inspiración fascista, de la supremacía masculina (!).
Aspectos interesantes que hay que reconocer en la labor de la Sección Femenina, fueron su dedicación al mantenimiento de las tradiciones españolas, como la cocina y los bailes regionales y, paradójicamente, su afán por introducir, en los colegios, la Educación Física y, por extensión, la práctica de deportes. Quizá, por su máxima de disciplinar las conductas y educar hábitos de higiene y salud, objetivos siempre beneficiosos y que hay que celebrar.
Cumplido el compromiso de contextualizar los orígenes del baloncesto femenino, toca ahora contar las excelencias del equipo estrella de aquellos años, en Canarias: el C.B. Mª Auxiliadora... Pero, será en otra ocasión. No quiero cansarles.

viernes, 4 de septiembre de 2009

Los orígenes



Allá por 1939, comenzó la práctica del baloncesto femenino en la isla de Tenerife, la de mayor superficie de las siete que conforman el Archipiélago canario. Fue un grupo de jóvenes aficionadas al deporte de la canasta, que pertenecían a la Sección Femenina tinerfeña, quienes formaron los primeros equipos. Su deseo inicial fue el de pasar buenos ratos haciendo ejercicio y mejorando la técnica del deporte de sus amores.
De todo esto, nos dio noticia un documentado artículo periodístico escrito por D. Antonio Nóbrega Navarro, uno de los grandes valedores de esta modalidad deportiva en nuestra tierra.
En 1963, el Sr. Nóbrega logró que la Federación Tinerfeña convirtiera el baloncesto femenino en una actividad federada.
Como practicantes pioneras, D. Antonio Nóbrega cita en su artículo a Conchita Casariego, Margot Villamandos, Antonia Mandillo, Isabel Vilar y Antonia Camacho, entre otras. Desde 1945, fue la Delegación Nacional de Educación Física de la Sección Femenina de la F.E.T. y de las J.O.N.S., quien organizó la celebración de los eventos del deporte femenino escolar, en general, y del baloncesto, en particular. En los comienzos de los años 60, hubo un equipo, entre los escolares de la época, que destacó sobremanera: el C.B. Mª Auxiliadora, integrado por alumnas del Colegio Hogar Escuela, de Santa Cruz de Tenerife... Pero, éste será el argumento de mi próxima entrada, junto con un poco de historia sobre esas siglas altisonantes antes nombradas y su parcela femenina, la Sección ídem.

viernes, 28 de agosto de 2009

Los motivos



Decidí iniciar este blog cuando tuve la oportunidad de leer, a mediados de Agosto, las páginas deportivas de uno de los periódicos de esta ciudad. Esa lectura me llevó a rememorar lo que fuimos y a compararlo con lo que, en estos momentos, somos.
En esas páginas, bajo el título "Cinco medallas en cinco campeonatos", se nos contaba cómo, en menos de dos meses, las selecciones femeninas españolas de baloncesto habían logrado ese número de medallas en otros tantos eventos europeos y mundiales. La senior (antiguamente, se le llamaba absoluta), ganó el bronce en el europeo de su categoría, celebrado en Letonia. Las jóvenes de la Sub 20 se hicieron con la plata, en el europeo de Polonia. Las chicas Sub 19 consiguieron una histórica plata en el mundial de Thailandia. Las de la Sub 18 fueron oro en su europeo de Suecia y las más pequeñas, las Sub 16, obtuvieron un brillantísimo y muy reciente oro, en Nápoles.
Pero, lo mejor de la noticia ha sido constatar la presencia de ¡ocho jugadoras canarias! repartidas en las distintas selecciones: cuatro pertenecientes a la provincia occidental (Santa Cruz de Tenerife) y cuatro, a la oriental (Las Palmas de Gran Canaria).
Como decía, la lectura de esta información me hizo recordar lo remotos orígenes del baloncesto femenino canario y lo ignorado y desconocido que estuvo durante muchas décadas. Esa misma lectura me convenció de que era muy justo y muy necesario, recuperar, poco a poco, lo que, sin duda, fue el embrión de esta hermosa realidad de hoy.
Comencemos, pues por el principio, pero... será en una próxima ocasión.

miércoles, 19 de agosto de 2009

La presentación

¡Hola, "blogfereros"!. Es un placer iniciar estas líneas para recordar tiempos gloriosos de quienes fueron, en su momento, las estrellas de un deporte que hoy, tiene muchísimos seguidores.
No voy a decir cuál es, porque lo iréis descubriendo a medida que os vaya contando detalles, situaciones, nombres...
Son recuerdos de una región que, geográficamente, está muy alejada del país al que pertenece y, a veces, también demasiado lejana en otros aspectos. Uno de ellos fue, en aquellos tiempos, el deporte del que aún no hablo. Hoy, afortunadamente y gracias a aquellas viejas glorias, l@s practicantes de esta actividad comienzan a tener el reconocimiento que se van ganando poco a poco.
Así pues, bienvenidos a estas memorias de una de esas viejas glorias.