miércoles, 19 de enero de 2011

Adiós y hasta siempre

Hoy, 19 de Enero, hace exactamente un año y cinco meses que me atreví a abrir este blog que ahora voy a cerrar. Llegó el día en que estos relatos que nacieron con el único propósito de recuperar los hechos, las vicisitudes, las alegrías, las decepciones, los buenos momentos... de un grupo de enamorados del baloncesto femenino, se han terminado. Como lo expreso en la entradilla que preside esta bitácora, así me gustaría acabarla: con la misma declaración de intenciones y con el placer de haber cumplido la misión que me propuse aquel 19 de Agosto de 2009. Las memorias de esta vieja gloria (disculpándome por lo de gloria) han llegado a su fin.
Después del 22 de Abril, me dediqué exclusivamente a mi trabajo de dar clase en el Hispano inglés y a preparar las oposiciones para una plaza en la enseñanza pública. No dejé de hacer deporte y procuraba caminar, correr y nadar en Las Teresitas, casi a diario. De vez en cuando, si se terciaba un dos pa´dos o un tres pa´tres, allí estaba yo, dispuesta a matar el eterno gusanillo. Dos años después, me encontré con la oportunidad de aprender a jugar al tenis, otro de mis deportes más queridos. Lo conseguí y estuve practicándolo más de quince años. Incluso, intervine en unos cuantos torneos, pero descubrí que mi afán competitivo ya estaba suficientemente saciado con casi veinte de básquet, y dejé de hacerlo. Sólo el recrudecimiento de las numerosas y viejas lesiones que había sufrido con un deporte tan duro y de continuo impacto, como el de la canasta, hizo que tuviera que renunciar, también, al de la raqueta . Hoy, sólo puedo caminar y nadar, y lo hago muy a gusto.
Estuve alejada del mundo del baloncesto hasta que obtuve las plazas a las que opositaba, en el 79 y el 80. La consecuencia de aquella preparación fue que perdí todo contacto con mis últimas compañeras. Sabía de ellas a través de la prensa, pero, en 1981, Antonia volvió a ponerse en contacto conmigo para invitarme a formar parte de la Directiva del club de aquella temporada 81-82, y acepté. Fui Vocal y también ejercí de Delegada en algunos desplazamientos a la Península. Resultó una experiencia muy interesante y, aunque la plantilla de entonces estaba bastante renovada, fue una alegría reencontrarme con las que jugué hasta 1978, y aún continuaban haciéndolo.
Para completar este balance sobre mi vida después de la retirada, sólo me resta hacer otro, algo más frío, sobre los apartados que han constituido este blog que hoy finaliza.
Han sido 57 las entradas que he publicado y no todas referidas, exclusivamente, a los recuerdos. Los acontecimientos que en estos diecisiete meses se han producido, aconsejaron interrumpir el hilo conductor de la memoria y hacer altos en el camino para celebrar un campeonato del mundo de selecciones nacionales de fútbol, de la mano (mejor, de la cabeza y de los pies) de nuestros futbolistas españoles, y una medalla de bronce, con brillo de oro, en la confrontación mundial también, de nuestras representantes femeninas del baloncesto. Otra interrupción fue para dar cuenta del inesperado y feliz reencuentro con mis últimas compañeras de faena deportiva, las niñas del Krystal. Y la más triste de todas fue para dedicar un post al recuerdo de Conchy Ramírez, que se nos marchó, para siempre, a finales de noviembre pasado. Fue, ciertamente, muy doloroso. Pero, asimismo, un deber hacerlo.
El complemento gráfico lo pusieron 149 fotografías. La gran mayoría, procedentes de mi modesta colección y, muy pocas, de la Gran Red. A las fotos, les acompañaron 17 titulares y 6 reseñas de la prensa especializada, que escaneé de los recortes de periódicos locales y nacionales que conservo junto a ellas.
Otro componente fundamental de cualquier blog es el apartado de los comentarios y aquí he tenido el gusto de contar con 30, aunque nunca esperé que fuera a tener ni uno solo. Por esta razón, mi agradecimiento es mucho mayor hacia quienes tuvieron la amable deferencia de hacerlos.
Otro hecho, - más incontable que contable -, es el de las veces que me puse en contacto con algunas de mis antiguas compañeras para pedirles ayuda y, con ellas, precisar y contrastar detalles que mi memoria podía tener algo desdibujados. Para todas, también mi recuerdo agradecido y mi dedicatoria especial de esta bitácora que hoy cierra sus puertas.
Por último, contabilizar también una inesperada colaboración: la ofrecida por el blog BASKETMANÍA, hermano de éste por el mismo amor, propiedad del periodista especializado en baloncesto, D. Agustín Arias, y quien se hizo eco de la existencia del mío, en su página del periódico El Día, de esta capital. El Sr. Arias, además, tuvo a bien reproducir, entre los artículos de su blog, 13 de mis entradas y quiero agradecerle, una vez más y desde aquí, el que lo haya hecho. Algunas de ellas están acompañadas de comentarios de muchos de sus seguidores a los que deseo, igualmente, darles las gracias de todo corazón.
Se han acabado, pues, las historias de un tiempo del baloncesto femenino casi prehistórico. Probablemente, para algunos puedan parecer increíbles, mientras que para otros habrán resultado muy familiares. Desde aquí, me gustaría invitar a otras compañeras, que continuaron jugando y poseen una magnífica documentación, a base de fotos y recortes de prensa sobre lo que fue el Krystal en los años siguientes, a que se animen y hagan algo similar a lo que yo concluyo hoy. A que nos cuenten las historias que ellas vivieron y protagonizaron y, así, tener una visión más amplia en el tiempo, de cómo se mantuvo la División de Honor femenina en nuestra tierra.
Yo, ya he terminado las mías, y sólo me queda complementar esta última mostrando, de nuevo, las fotografías de todos los equipos de los que formé parte y de los que, ahora y siempre, me siento muy orgullosa. Ha sido un verdadero honor pertenecer a todos ellos y estar junto a todas estas grandes personas, - además de buenas deportistas -, que han sido y son mis compañeras, entrenadores, delegadas y delegados.
Las organizo cronológicamente, de izquierda a derecha y de arriba a abajo, comenzando con el Mª Auxiliadora de 1966-67, intercalando las de la Selección Española de 1971 y una pequeña representación del equipo universitario de Filosofía y Letras de La Laguna de la temporada 71-72, y terminando con el Tenerife Krystal de 1976.
Para todos ellos, el mejor y más preciado de mis recuerdos. A todos ellos y a todos los que tan gentilmente han tenido la paciencia de seguir estas narraciones, de todo corazón, adiós y hasta siempre
.

martes, 11 de enero de 2011

Mi última segunda vuelta

El tramo final de mi largo recorrido por y con el baloncesto se estrenó con una nueva lesión y, curiosamente, cuando teníamos el segundo encuentro con el Flavia de Palma de Mallorca, pero, en esta ocasión, visitándolas. Tuve la oportunidad de conocer, aunque sólo fuera durante unas pocas horas, el otro archipiélago español y no pude hacerlo por un lance aciago en el último partido de la primera ronda, el celebrado en Vigo frente al Celta. Llegué a pensar que el recién ascendido era un auténtico gafe para mí. Bastantes años más tarde, tuve la oportunidad de vivir unos meses en la capital balear y vi compensado, con creces, el deseo de visitar y patear las otras islas.
Pero, volvamos a lo ocurrido en la ciudad gallega de Vigo. Allí celebramos el último encuentro de los once primeros y, a los pocos minutos de incorporarme al juego, una junior, - “de cuyo nombre no puedo acordarme” -, de 1´80 m. de altura y 80 kilos de peso, cruzó la zona, tropezó en otra jugadora y vino a caer, cuán larga y pesada era, sobre mi pierna derecha y lateralmente. Recuerdo un dolor intenso en la articulación de la rodilla, pero en cuanto me rehice, seguí en la brega. A los pocos segundos, la que se desmoronaba sin motivo aparente era yo. Sentí que la pierna iba en una dirección y el muslo en otra, al intentar apoyarme en esa extremidad inferior. El preparador físico de las “celtiñas” me asistió, pensando que todo era producto de un calambre. En cuanto estuve dispuesta, Antonia pidió un nuevo cambio para que volviera a la cancha y nada más ponerme en pie, desde el banquillo, volví a caer redonda. Quedó claro que la lesión revestía mayor importancia que la de un calambre común y corriente en los deportistas. Obviamente, no volví a jugar en lo que quedaba de partido.
Lo peor vino más tarde, cuando regresamos de Vigo hasta el Aeropuerto de Pontevedra por carretera y en un microbús que no perdonaba ni uno solo de los baches y agujeros que cubrían aquella maltrecha vía. Todo iba a parar a mi rodilla y la casi totalidad del recorrido la hice con el pie separado del piso del vehículo. Así, en aquella postura tan incómoda, evité, en cierta medida, el traqueteo insoportable del vehículo y su repercusión en mi dolorida “bisagra”.
Una vez en Santa Cruz, acudí al traumatólogo de la Mutualidad deportiva del momento, que era D. Roberto Rojas Rodríguez (q.e.p.d.). En cuanto oyó mi relato y manipuló la extremidad, supo mi diagnóstico: distensión del ligamento lateral derecho de la rodilla que soportó el impacto. Me dijo que ésta era la lesión más grave de todas las que había tenido hasta la fecha, en mis casi veinte años de correr, defender y saltar. Que de haberse dado la rotura, no me hubiera librado de una intervención y de seis meses de inmovilidad en cama y, como consecuencia inmediata, la más triste de las retiradas. Siempre que me acuerdo, doy gracias a la forma física que conseguí con los ejercicios que Antonia y Pedro López, nuestro preparador, nos marcaban para fortalecernos lo más posible. En quince días, con lo que D. Roberto me indicó, pude recuperarme y, poco a poco, volver al trabajo diario y a la competición.
Antes de continuar, querría hacer una observación en torno a estas lesiones propias del juego y los entrenamientos y a las que estábamos, y están expuestos, los deportistas de todas las épocas. Para los lectores más jóvenes, decirles que las figuras del médico deportivo y del fisioterapeuta no existían aún. Son especialidades modernas, de apenas veinte años de vida profesional, lo que lleva a concluir que los lesionados de antes sólo contábamos con radiografías pedidas por un traumatólogo, su diagnóstico y su prescripción, que consistía en descansar, tomar analgésicos y antinflamatorios y algún ejercicio suave que hacíamos nosotros mismos, con el fin de no perder el tono muscular del entorno de la articulación dañada y protegerla lo más posible. Los que no cumplieron con estos requisitos, probablemente hoy estén pagando, a un precio muy caro, las consecuencias de no haber seguido las indicaciones del especialista.
De esta guisa, pues, me vi en las dos primeras semanas de la segunda ronda y para el segundo encuentro, en el que nos visitó el Picadero, además de mi baja, Antonia tampoco pudo contar con Marichu ni Conchy Marrero. A partir de la salida para jugar en Valencia, la entrenadora ya se vio obligada a recurrir, con más frecuencia y en mayor número, a las juniors. A la participación fija de Mercy Marrero, se unirían las de Pame Pintor, Alicia García-Ramos, Mary Carmen Hidalgo, Mary Carmen Yanes y Helena Ramos.
Con el panorama de la ausencia reiterada de dos de las compañeras más altas y eficaces, Conchy y Marichu, no es de extrañar que las visitas del Picadero, el Alcalá L´Oreal, el Hispano Francés y el Celta, a nuestra sede, se saldaran con victorias de los de fuera. El resto de los de casa se ganó sin grandes problemas y los que rendimos en las canchas ajenas, los perdimos todos. Pese a que la trayectoria de esta temporada no respondió a las expectativas iniciales, en especial, por las indeseables lesiones, nuestra permanencia nunca peligró. Al final, los descendidos fueron el Levante y el Flavia; el Picadero y el Celta, primero y segundo, respectivamente, y en la lista de máximas encestadoras, Catere Falcón quedó entre las quince primeras.
Como actividades complementarias, - que diría un profesional de la Enseñanza -, contarles que en nuestro desplazamiento a Madrid, para jugar con el Iberia, tuvimos la oportunidad de asistir, la tarde del sábado de nuestra llegada a la capital del Reino, en el Pabellón de Deportes de la Ciudad Deportiva del Real Madrid, a un partido de baloncesto masculino: Real Madrid-Juventud de Badalona. Fue un encuentro en la cima de la competición, de esos que generan nuevos y apasionados seguidores, y que terminó con un resultado que resume todo lo que vivimos: 77-78. La igualdad fue constante en los 40 minutos jugados y recuerdo que me impresionó el lleno absoluto de aquel enorme recinto. Allí se decidió el Campeón de Liga de la temporada y que no fue otro que el conjunto de la Penya catalana.
En casa, esas actividades fueron más domésticas. En la décimonovena jornada, antes del partido frente al Hispano Francés, Marichu Hernández fue homenajeada por haber sido proclamada Mejor Deportista Femenina de la provincia, en la temporada 76-77, y en el descanso de nuestro último encuentro, el jugado con el Celta, quien les ha narrado todo esto se despidió de los que asistieron al partido y recibió una placa de recuerdo y un ramo de flores, en nombre del club al que pertenecí los dos últimos años de mi largo idilio con uno de mis deportes amados. También aproveché para que mis compañeras, y las componentes del Celta, dejaran sus firmas en cada una de mis últimas botas de juego. Una para el Krystal y otra para el conjunto gallego. Con ellas, materialicé esa frase tan deportiva de “colgar las botas” y aún las conservo con un cariño muy especial, después de casi treinta y tres años de retirada.
Como imágenes de acompañamiento al texto, sirvan la entrada al partido disfrutado en Madrid, algunos titulares de las crónicas publicadas en esta segunda vuelta, una breve reseña de nuestro último encuentro y la fotografía de las botas que colgué el sábado, 22 de Abril de 1978.

domingo, 2 de enero de 2011

Lesiones en primera ronda

Una vez cumplidos los deberes del ánimo y el cariño para quienes peor lo están pasando en estas fechas, retomo el hilo de la historia deportiva que he ido rescatando de la memoria, los papeles amarillentos y las fotografías de un incipiente color. Vamos, pues, a ello.
Esta temporada del 77-78 la recordaré, no sólo como la última en activo, sino también porque antes de comenzarla, y por motivos personales, nos dejó Mele Montesdeoca. Siempre tuve muy buena sintonía con esta joven compañera y sentí mucho su retirada. A lo largo de los años posteriores a dejar el baloncesto, nos hemos encontrado dos o tres veces y la alegría de verla siempre ha sido grande. La última, hace algo más de un mes, en la ceremonia de despedida de Maruja, la madre de Marichu Hernández. La encontré tan guapa como siempre y con ese añadido especial que la madurez suele dar a las que nacen con la belleza puesta.
Otro hecho frecuente y desgraciado, de esta misma temporada, fueron las lesiones que sufrimos algunas de nosotras. Ya Mª José Paniagua estuvo a punto de no continuar por culpa de sus problemas en tobillos y meniscos, pero el descanso del verano y las diversas pruebas por las que pasó, permitieron que siguiera jugando. A ella, nos unimos Marichu, Conchy, Marga, Catere y yo, desde los inicios de esa campaña.
Marga Máiquez fue la primera “tocada”. Pasó durante la celebración de la Copa Apertura canaria, pero se recuperó pronto y no tuvo mayores consecuencias. Fue al final de la pretemporada cuando Conchy Marrero y quien esto les cuenta estuvimos en el dique seco durante tres semanas. Ella, con rotura fibrilar en uno de sus tobillos y yo, con un fuerte esguince en uno de los míos, producto de una torcedura provocada al pisar una piedra, cuando corría como una liebre para que una rapidísima galga (dicho con todo cariño), la junior Pame Pintor, no me agarrara. Se lo encargó la entrenadora en uno de los ejercicios que nos mandaba a hacer, campo a través, en aquellos eriales laguneros más apropiados para construir chalets o plantar verduras que para adquirir un buen fondo físico.
Por cierto, que en esos mismos eriales hoy ya construidos, me encontré, hace un par de semanas, a Catere Falcón. Ella paseaba con su marido y yo pasaba por allí, en mi coche. Hacía más de cuatro años que no nos veíamos y fue un placer coincidir, de nuevo, con ella. Me pareció llena de vida e ilusiones, me invitó a conocer su casa, que estaba muy cerca, y pasamos un par de horas encantadoras, viendo sus álbumes de fotos y recortes periodísticos, y recordando lugares, situaciones y personas de aquellos deportivos tiempos vividos en común. También conocí a sus dos hijos, unos buenos mozo y moza tan aficionados al baloncesto como su madre.
Volviendo al panorama de las primeras lesiones, decirles que comenzó la Liga y el primer encuentro para abrirla fue en la cancha del Náutico. El 22 de Octubre nos visitaba una de las formaciones desconocidas, la del Flavia de Palma de Mallorca y, allí, en las gradas, nos vimos Conchy y yo haciendo lo único que, en ese momento, podíamos hacer: animar a nuestras compañeras y aplaudirles porque se iba ganando sin grandes dificultades.
La jornada siguiente supuso nuestra primera salida y fue, nada menos, que a Barcelona, para enfrentarnos al Picadero que, como no, debió vengarse de los malos ratos que les hicimos pasar en nuestra última visita (cuando se llamaban Evax). Nos endosaron la gran paliza del día y de nuestro calendario: 110 a 42. Pagamos la falta de rodaje y un banquillo muy mermado, aunque Conchy ya pudo jugar, pero sin la plenitud de sus facultades físicas.
Curiosamente, los cuatro primeros partidos en nuestra cancha fueron con las cuatro nuevas formaciones: el ya mencionado Flavia, y, después y por orden cronológico, el C.B. Valencia, el Stadium Casablanca y el Iberia. Todos los ganamos con la holgura de 40 o más puntos, salvo el último. Nuestros tanteos estuvieron entre los 70 y 80 puntos y el que menos convirtió fue el conjunto levantino, que sólo hizo 28. Con el Iberia de Madrid pasamos grandes apuros y vencimos, in extremis, tan sólo de un punto: 57-56. El último de esta ronda, en las instalaciones del Náutico, fue frente al Tabacalera y se ganó por 67 a 49. El relevo en el apartado de las lesiones lo tomó Marichu que, frente al Stadium de Zaragoza tuvo la pésima suerte de dañarse una de sus rodillas y no recuperarse nunca del todo.
El resto de encuentros de esta primera vuelta los perdimos uno por uno. Desde el Picadero hasta el Celta, pasando por el Alcalá L´Oreal, Juven de S. Sebastián, Hispano Francés y Club de Vacaciones, aunque con este último hicimos el mejor de todos y sólo nos ganaron de 10: 91-81.
El mérito estuvo en que, realmente, nos enfrentábamos al C.R.E.F.F., disimulado con el nuevo nombre y campeón de liga durante muchas temporadas anteriores, hasta que llegaron el Celta y el Picadero, y que, a pesar de la importante baja de Marichu, nuestras jugadoras más espigadas supieron controlar a las “torres” madrileñas.
Esta primera vuelta de la segunda temporada la finalizamos en Vigo y de allí volví bien lesionada, otra vez. Pero, este lance se los contaré en mi próxima entrada, por lo que, para cerrar ésta, sirva la descripción de las imágenes que resumen lo narrado. Son titulares de algunos de los partidos, la fotografía de Mele Montesdeoca que publicó la prensa local para comunicar su pronta retirada y la crónica que se hizo eco de las primeras lesiones en nuestro equipo.